
Desde hace ya bastante tiempo Vicente Molina Foix (Elche, 1946) es en España garantía de honestidad como actor e intermediario cultural. Poeta, novelista -consagrado sobre todo a partir del rotundo éxito de El abrecartas (2006)-, amante del cine -personalmente, ha sido mi crítico favorito: lástima que ya no se prodigue-, connaisseur siempre dispuesto a promocionar los buenos y nuevos valores -y los no tan nuevos-, hasta dramaturgo -recuerdo una función de Los abrazos del pulpo en la sala Olympia de Madrid, con Gurruchaga y Lola Gaos como actores principales, nada menos- y por supuesto siempre interesante articulista, discreto y elegante, nada vehemente, que es casi lo único que se estila por estos lares.
Y ocurrente, porque, por ejemplo, la más que exitosa marca Fan Fatal, acaparada desde el 89 por Alaska, Nacho Canut y sus fans -yo mismo utilicé el lema como cabecera fija de columna en un diario de provincias en los 90-, era el título de una sección suya en Diario 16, como juego de palabras proveniente, claro, de la clásica Femme Fatale del cine o la literatura.

Pero a VMF le faltaba la incursión en el cine como director. Con el bagaje previo de sus críticas en Fotogramas y la impresionante labor de director del doblaje al español en las películas de Stanley Kubrick, encargo personal del genial director, que no soportaba que sus cintas se doblaran de cualquier manera -El resplandor es la única película que me gusta, personalmente, ver siempre doblada al español-, llegó humilde su primer intento, Sagitario (2001), ópera prima titubeante pero con emotivas y poderosas escenas protagonizadas por Ángela Molina y Eusebio Poncela.

Ahora, casi diez años después, se estrena El dios de madera, con dirección y guión suyo, basado en un relato escrito por él mismo. A pesar de que en apariencia la historia -madre e hijo se enamoran, respectivamente, de un senegalés sin papeles y un trabajador marroquí- pudiera prestarse a convertirse sin más en otro de los alegatos de tono costumbrista a los que tan habituados estamos, lo cierto es que a base de delicadeza y sutilidad va sorteando lugares comunes como si estuviera en un campo de minas, siendo el resultado una película sensible, que no sensiblera, de emoción contenida, nada melodramática, y que respira autenticidad y frescura.


De Marisa Paredes queda poco por decir: está prodigiosa, como siempre, y hermosa y elegante con su rostro arrugado. Y al lado de ella tres actores noveles y convincentes: el jovencito Nao Albet, a quien le corresponde un papel lleno de matices y nada fácil; el guapísimo Soufiane Ouaarab, radiante y locuaz, y el prístino Madi Diocou, a día de hoy dedicado a la venta ambulante en las calles de Barcelona, como cuando Vicente Molina Foix le conoció.
En definitiva: una película idónea para sentir en el cine y para intentar empatizar con lo que también sienten los demás. Y que confirma que Vicente Molina Foix es sinónimo de garantía también en la gran pantalla.
TRAILER `EL DIOS DE MADERA´, de VICENTE MOLINA FOIX
El dios de madera. D. Vicente Molina Foix. Marisa Paredes, Madi Diocou, Nao Albet, Soufiane Ouaarab. Vista en Cines Princesa, Madrid.