La dicha fue breve. Madrid -e imagino que otras ciudades- apareció absolutamente forrada de David Beckhams a lo largo de más o menos siete, ocho o diez días, en la campaña más atronadora que se haya emprendido recientemente -cada vez me gustan más los lanzamientos de H&M, delicioso fue el penúltimo con Brian Ferry y su hijo-. El divo anglo se te aparecía en cualquier esquina, literalmente por doquier, desafiando a los elementos atmosféricos y a otros muchos como la inquina... ibas a comprar el periódico y te lo encontrabas, tamaño estatua egregia; una visita dominical a cualquier museo y ahí estaba él, recordándonos el esplendor efímero de la carne. Yo en concreto me había encariñado con dos mega carteles con los que me tropezaba diariamente en el metro O´Donnell. Pero ya todo terminó... fue un espejismo, una quimera.. ¡en vano me lanzo afanoso a las calles en su búsqueda! ¿Queda algo de él por ahí? Decidme, ¿en qué distrito? Que cojo ahora mismo un taxi, y me planto allí en un momento.
Vanidoso, estropeado, barrigudo, relamido, vano y banal, pijo perroflauta, madridista renegado, calzonazos spicy, todo tipo de calificativos le han llovido por parte de quienes no han sabido valorar el manso transcurrir del tiempo en su bello rostro y cuerpo. ¡Hasta gañanufo le han llamado! -loquemeahorro en Ola de frío, entrada del blog de Uno: por cierto, qué buena la palabreja...-. Me da igual, ¿a quién le importa? A mí me ha encantado, de verdad, tengo la fe del converso, ya comencé a convertirme en esta página... y esos defectos que el populacho señala en su contra se tornan para mí en primorosas virtudes. ¡Está mejor que nunca! Sobre todo en esa pose mirando de perfil, con coquetería contenida, haciéndose el interesante con esa media sonrisa que quiere dar a entender que su mundo interior es valioso -ya lo creo- y mostrando de golpe cómo se ha ido orgulloso esculpiendo.
(La estupenda foto de arriba es de Uno.) (Contesto a los comentarios de la entrada anterior en cuanto pueda). Abrazos.