sábado, 28 de julio de 2007
JE REVIENS (ADIÓS A BERLÍN)
De vuelta al calor bochornoso. La tripulación de Easyjet no nos trató bien en el viaje de regreso, vamos que pasaron total, con lo que a mí me gusta contemplar toda la parafernalia azafateril bien hecha; a la ida sí se lo curraron, y hasta me sacaron un rasca y gana -es el último grito, ofrecer juegos de azar a bordo- con el que como imagináis no gané nada. También nos sorprendió que nos expusieran todos los peligros a los que podíamos enfrentarnos, eso sí, con la coletilla previa de "en el caso improbable de que...", y que dijeran que todos llevábamos un silbato detrás de la cabecera, me pareció entender. Y aviso para navegantes, os pueden cobrar de recargo lo que vale un billete entero si lleváis equipaje de más, como le sucedió a mi compañera de fatigas Esther, quien no contenta con los más de 900 euros que le retuvo el hotel en concepto de depósito y con no haber tenido descuento alguno en los museos por no haber sacado carnet de estudiante de cualquier cosa, se despidió con una generosa e inopinada propina. Fuera de bromas, ella y mis otros compañeros ha sido lo mejor de un viaje que en sí ha sido fabuloso, y que me ha descubierto todo un mundo nuevo alrededor del taxi, no sólo porque he sabido de la devoción del taxista tedesco por la música clásica -hasta en cinco ocasiones nos ha ocurrido que la iban oyendo- sino por otras anécdotas como la de uno de ellos que hablaba un español muy robotizado pero perfecto, aprendido en viajes por América Latina o la última vuelta desenfrenada y nocturna en la que nos dio por tararear alegremente -para regocijo del conductor- todas las canciones que iban saliendo en la radio con un repertorio -Dirty dancing, Talk Talk, Abba- que no fue del gusto de Jesús Alegre, a quien para colmo el taxista soltaba largas parrafadas en alemán.
Bueno, como ya os he advertido, estoy muy del eje franco-alemán, vamos que me voy a poner el chip germano para lo que queda de verano y así voy a funcionar, con un sistema estructurado y muy racional de pensamiento y actuación y añorando la gelidez y el frescor deutschlandiano, eso sí, con concesiones puntuales al universo galo que servirán de oportuno contraste. Y como no quiero daros más la vara con esto,porque ya he visto que la audiencia de la página se ha desplomado desde que me fui a Alemania, finalizamos el tour berlinés con estas fotos que tomé de la Potsdamer Platz, en la parte oeste de la ciudad: esta plaza de la que os he hablado desde el principio y que muchos conoceréis era ya un lugar preferente de encuentro antes de la devastación de la guerra, y luego fue durante mucho tiempo una especie de descampado. A partir de la reunificación es cuando ha empezado a adoptar la fisonomía que a mí me fascina porque, a diferencia de otros lugares poblados de rascacielos, invita a la estancia ciudadana en sus alrededores.
Y de regalo iba una foto que me hice a lo Prison Break tomada en el monumento al recuerdo del holocausto, pero el ordenador ha dicho que nones, que prefiere que siga en el anonimato, ya que al subir la imagen aparece en blanco.
((Ayer por la noche, en lugar de quedarme descansando, que hubiera sido lo propio, me zambullí en una sesión de deep house a cargo de Daniel Stefanik, un dj residente de un club de Leipzig, en The Room, la sesión de los viernes de la disco Stella, por lo que sabemos la mejor opción madrileña de house para el fin de semana. Estuvo sencillamente colosal, y el club es el más bonito que conozco aquí: así, con un dj germano, me quité la espinita que me había quedado del viaje. Mañana, retorno a Albacity. Ich danke euch für eure Aufmerksamkeit. Ich liebe euch.))
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3 comentarios:
que buena las fotos, y el relato.
te felicito
H.
Muchas gracias, chico. Un beso fuerte, nos vemos en la red
Chiquillo, he entrado hace una hora para conocer este blog antes de acostarme y me ha enganchado. Lástima tener que madrugar.
No lo (nos) dejes
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