miércoles, 18 de julio de 2007

UN PRÍNCIPE PARA KORADOR Y UN SOBRINO CARNAL DE LYNCH




John Waters, sobre Joe Dallesandro: "A wonderful actor who forever changed male sexuality on the screen". Me atrevo a ampliar las palabras del maestro del underground: con él cambió la noción de una cierta sexualidad masculina no sólo en la pantalla, sino en todo, fue el resorte -el icono, que se diría ahora, me harta el excesivo y creo que mal uso de esta palabra últimamente- que aceleró una serie de transformaciones, que dio forma a la idea de un varón bisexual que podía ser bello y viril a un tiempo, o no ser viril si le daba la gana, que se recreaba en su sensualidad y dejaba con gusto que los demás lo hicieran sin importarle nada el qué dirán -otros brutos bellos como Marlon Brando no dejaron nunca de estar encorsetados, pero es que a él los divinos y transformadores setenta le pillaron ya un poco mayor-.
Su condición de actor de películas minoritarias y esnobs no es además ningún handicap para su perdurabilidad como ídolo si tenemos en cuenta que, con el tiempo, el prestigio de los artistas que le adoraron en pantalla -Warhol, Morrissey, Gainsbourg, Malle,...- se ha elevado hasta el firmamento -ayer revisé en DVD Trash , qué pasada, no me acordaba bien de la película y me pareció flipante: Warhol, Morrissey y Waters son los padres de Almodóvar, aunque luego éste incorporara muchas otras cosas de su acervo y cultura que mejoran el resultado, pero las situaciones y diálogos, y escenas como la de la chica que se masturba con una botella porque Joe es un yonqui y no se le levanta, o el atraco del yonqui en la casa, que acaba con el matrimonio que iba a ser asaltado duchándole a Joe para que no huela mal y diciéndole que si necesita cualquier cosa...; hay otros detalles en la película y en toda la trilogía que son suficientes como para que cualquier mitómano de pedigrí se lance ahora mismo desesperadamente a la búsqueda de esos volúmenes, como el hecho de que el film comience con un primer plano del culo de Joe, siempre con pequeños granos rosados, o la posibilidad de contemplar su evolución con el pelo muy largo y con media melena y... se trata del único hombre con el pelo largo que a mí me ha gustado, al menos que recuerde ahora-.
En mi olimpo erótico particular no hay quien haga sombra a Joe Dallesandro desde que lo descubrí en el cine Gran Hotel de Albacete al estrenarse por fin el Je t´aime moi non plus y casi desde el primer instante trascendió a la categoría de lo absoluto sin necesidad de haber comprendido bien ni a Kant ni a Hegel, instalándose en mi casa en el aire -Mari Trini dixit- con derecho de asilo y de pernada y de lo que hiciera falta, donde permanece por encima de toda contingencia y ahora que va camino de cumplir sesenta años le sigo queriendo igual y no me asustan sus arrugas, ni que las carnes se le hayan quedado flácidas, porque la persona y su espíritu siguen siendo los mismos, y por eso me prestaría a visitarle todos los sábados si estuviera a mi alcance y a pasear con él en el parque que seguro hay en la esquina de su casa, a arroparle por la noche o destaparle si tiene calor y dejar que me contara sus cuitas y ver con él un video antiguo o nuevo en casa. Me consta que somos muchos quienes así adoramos a Joe en todo el mundo y para mí es un placer enorme rendirle este pequeño homenaje.

((Mañana me voy a Berlín por unos días, ya os contaré; estoy un poco apático, pero espero que se me pase. Esta mañana fue la concentración en la embajada de Irán, poquitas personas: de la FELGT, Zerolo, chicos gays del PP que enarbolaron la bandera de su partido y fueron muy criticados -no por mí, yo lo veo bien, ya sé que su partido es homófobo a rabiar, pero más vale que haya pluralidad en su seno, las cosas irán cambiando-, otros del Bloque Alternativo que tanto han querido dar la nota en las pasadas protestas del Orgullo...
Más cosas: otra peli que vi en el Pequeño Cinestudio: Next door,de Pal Sleutane, escandinava al cien por cien -es coproducción sueca, danesa y noruega, su título original es Naboer-: interesante, es un verdadero cómic de los bestias llevado a la pantalla. Un chico rompe con su novia, y de repente irrumpen en su vida dos vecinitas irreales de tan buenas que están, empeñadas en trabar un conocimiento rápido y que le piden de entrada que tapone su puerta con un armario, porque tienen miedo a ser asaltadas... La película explora el temor a la casa como espacio de pesadilla, que tan bien desarrolló Lynch en Carretera perdida -de hecho, puede decirse que Sleutane es, siempre salvando las distancias, porfavorquelynchnohaymásqueuno, un sobrín carnal, como dirían en Asturias, de David Lynch-, aunque aquí también se oye siempre el rumor amenazante del exterior. Muy bien.))

2 comentarios:

Pablo Salvador dijo...

muy guapo el chico definitivamente es un sex symbol.

Justo dijo...

Hey, un abrazo muy fuerte a Chile; veo en tu perfil que te gusta Easton Ellis, yo ahora estoy leyendo Lunar Park.