La culpable de que ayer me embarcara en un Alsa a Madrid interrumpiendo y dando fin bruscamente a mis felices vacaciones en Benidorm es Liza Minnelli, y mi madre y mi abuela le han cogido inquina por ese motivo. Pero yo por ella hago eso y muchísimo más. ¿Cómo me iba a perdonar, años más tarde, el no acudir a ver a este mito viviente? Con el concierto de esta noche me homenajeo además a mí mismo y a mi infancia ya que, cuando el autobús del colegio llegaba al centro de Málaga -calle Alcazabilla, calle de la Victoria- veíamos desde nuestra ventanilla los grandes carteles de los cines Astoria, Albéniz y Andalucía, y cuando se estrenó Cabaret, que estuvo meses en cartel, se despertó mi fantasía de una manera inusitada. Me recuerdo jugando yo solo dando vueltas por la casa imaginando y dramatizando lo que pasaba en esa película cuyas canciones enseguida se hicieron populares, lo que podía acontecerle a esa actriz tan extraña de pelo corto que aparecía sonriente y con ropa interior y ligueros, fuera lo que fuera serían cosas desde luego no habituales, algo que yo no alcanzaría a comprender pero que ansiaba conocer y vivir cuanto antes.
Sí, Liza puso su granito de arena en mi prematuro amariconamiento. Pero es que no es de extrañar, viniendo de quien viene. Su madre, la venerada Judy Garland, dio origen al movimiento gay cuando, a su muerte, y tras el multitudinario funeral que se celebró en Nueva York, cientos de travestis y homosexuales prolongaron su duelo en el bar Stonewall Inn, siendo salvajamente reprimidos por la policía, y provocando, ante el dolor añadido, la reacción airada del colectivo, que comenzó a reivindicar sus derechos de manera más ordenada; de su padre, el célebre director Vicente Minnelli, fueron conocidos sus escarceos amorosos con diversos hombres, entre ellos con el nunca superado Gene Kelly; de sus cuatro maridos, incluido el último David Geffen, mejor corremos un tupido velo pues sobre la virilidad de todos ellos siempre ha habido razonables dudas; ella se hizo mundialmente famosa y pasó a la historia del cine con Cabaret, la película basada en el Adiós a Berlín del escritor gay -quizá el primero al que cabe calificar con ese adjetivo tan contemporáneo- Christopher Isherwood, y su compañero de reparto fue Michael York, sobre quien no diremos nada porque ya lo imagináis todo, ¿verdad?; su incursión discográfica más seria fue con el disco Results, del que luego hablaremos, compuesto y producido por Pet Shop Boys, el dúo más gay del planeta -con permiso de Fangoria- y hubo un tiempo en que Marc Almond, el amanerado cantante de Soft Cell, la imitó hasta el delirio en sus presentaciones en público, ya que incluso físicamente daba el tipo. Seguro que faltan muchos más datos de este calibre, pero simplemente os recordaremos quiénes fueron los padrinos de su última boda, cuyas fotos dieron la vuelta al mundo: Michael Jackson y Liz Taylor. No cabe añadir más.
Aparte de eso, ella es una artista prodigiosa, una de las más expresivas de la historia del cine sonoro y el musical; incomparable es su actitud como de sorpresa, de ingenuidad violentada, con sus grandes ojos de grandes pestañas postizas completamente abiertos y al borde de las lágrimas con que a veces nos obsequia, un poco en la onda Shirley MacLaine, de chica buena que juega a ser mala pero no puede ocultar el fondo de su corazón cuando descubre que ha entregado sus tesoros a la persona equivocada. La imagen del cabaret es ya la de Marlene Dietrich y la de Liza, quien ha permanecido fiel al estilo de su peinado en la película durante todos estos años, para deleite de sus seguidores. Lo increíble es que con estas cualidades haya sido tan errática su carrera -aunque eso sea un punto para la idolatría gay, las trayectorias desiguales de las artistas que alcanzan la gran fama y luego son desdeñadas por el público-, y no sabemos si las adicciones de las que tanto se habló fueron producto de un cierto parón laboral o viceversa. Y por eso fue tan reseñable el disco Results, que nos la devolvió por la puerta grande en 1989, con canciones tan geniales como Losing my mind, Don´t drop bombs, So sorry, I said o las versiones de Twist in my sobriety y Rent: el disco fue un gran éxito en el Reino Unido y en España -país que ella adora, o al menos eso nos dice siempre-, pero no gustó en Estados Unidos, y por eso tengo el temor de que no incluya esas canciones en este último espectáculo que se llama Liza alive, donde repasará con una orquesta de veintiún músicos grandes canciones de Broadway, incluido por supuesto el New York, New York que siempre está en su repertorio. Su voz en este disco concebido por Neil Tennant y Chris Lowe sonó como nunca, confortable y segura, como un chal que nos echamos por encima cuando refresca un poco en la noche, narrativa y evocadora, como un cuento susurrado en un campamento, contundente y explosiva cuando la ocasión lo requería, como el corcho que salta cuando suben las pompas burbujeantes de un refresco o un espumoso. It was Liza at her very best, y por eso desde aquí, y sabemos que en nombre de muchos seguidores, casi le imploramos: ¡interpreta las canciones de Results esta noche, en el Conde Duque de Madrid!
(La gira española la ha llevado también a Marbella y a la Costa Brava y después de Madrid concluye en Santander; como anticipo a su noche madrileña esta mañana temprano hemos percibido claramente los efectos de un terremoto: es la primera vez que siento uno, he tenido la sensación de que había alguien debajo de mi cama y los armarios se han agitado; a JA le ha pasado lo mismo, incluso miró debajo de la cama, y luego ya supimos la noticia. Besos a todos, cuidado con las medusas -a mi hermana le picó el otro día una-).
1 comentario:
Grande LIZA,CABARET,NEW YORK,NEW YORK,a VOZ que encantou o MUNDO,a PRESENÇA FASCINANTE,o TALENTO de ACTRIZ!VOLTA LIZA,TE AGUARDAMOS!Abraço,Fernando Palaio.
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