martes, 11 de septiembre de 2007

PACTAR CON EL GATO, UNA GRAN IDEA


Sesión grindhouse, en la misma sala de los mismos cines -los Princesa-, pero en diferentes días: Pactar con el gato -Pactar amb el gat-, debut de Joan Marimón, rodada en el barcelonés barrio de Gràcia, en sus calles y azoteas, con unos setenta gatos entre sus figurantes; y Sympathy for Lady Vengeance, coreana de Park Chan-Wook, de deslumbrante estética y ultraviolento contenido.

Pactar con el gato es una cinta deliciosa, una rueda de amores no imposibles pero sí muy complicados que incluye la modalidad sobrina-tío y la de gato pardo-gata naranja, ambos tuertos y de tejado -aunque en realidad se trata de dos gatas, pero en la ficción una de ellas es macho: son Josephine y Pompeyo-.
Es una película alegre y triste, pimpante, vital, preciosa, con personajes entrañables como el Aparisi, un Romeo desdeñado que interpreta con sentimiento Pau Roca, un actor muy bonico al que tendremos en cuenta a partir de ahora; en el reparto figuran también Alberto Jiménez –a quien conocimos en un monólogo sorprendente en el Teatro de la Cabra, Nada es casual-, que siempre está estupendo, y a una desconocida hasta ahora Rose Avalon, muy eficaz y con química felina, que por lo visto viene del heavy: y secundarias de postín como la gran actriz Vicky Peña o Nuria Megías, quien se interpreta a sí misma.
Entre las escenas memorables un bronco encuentro entre las dos rivales amorosas detrás de una colada de azotea, y el desenlace de la investigación en torno a un desquiciante elemento de contaminación acústica –también están bien reflejadas las patologías que generan los ruidos en la ciudad-. En fin, que os la recomiendo vivamente, especialmente si os gustan los gatos, aunque ya sabéis que pactar con ellos…es hacer lo que ellos digan.

SYMPATHY FOR LADY VENGEANCE: VESTIDA PARA MATAR

Algo tiene de La dama de rosa, el famoso culebrón venezolano que escribiera José Ignacio Cabrujas con la ayuda de Boris Izaguirre, esta película coreana que es la tercera parte de una trilogía sobre la venganza, porque nos narra la historia de una chica condenada por un crimen que no cometió –aunque en este caso no estuviera exenta de culpa- y que pasa trece años en la cárcel rumiando su terrible revancha -claro que su plan no es tan disparatado y kitsch como el de Jeanette Rodríguez-Emperatriz Ferrer-.
De mensaje ambiguo –o directamente reaccionario, porque apela a los peores instintos- también me recuerda al famoso Asesinato en Orient Express de Agatha Christie, por la escena de asesinato colectivo, en este caso mucho más tremebundo. Una frase: cuando la abuela de una víctima le pregunta a un asesino en serie de niños por qué lo hizo, éste le responde: “Ningún ser humano es perfecto, señora”. Lo pasamos bien, pero no hay mucho, más allá de lo sanguinolento: me quedo con Kim Ki Duk, mi director coreano favorito.

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