
Rastreo información sobre Ricardo Corazón de León, porque desde que me embarqué en la lectura de las historietas de Príncipe Valiente, la obra maestra de Harold Foster y uno de los
must de la historia del cómic -una saga que abarca desde los años 30 del siglo XX hasta los 70- y desde que leí
La cuadratura del círculo, de Álvaro Pombo, me interesan las historias de caballerías y cruzadas, de héroes y antihéroes de la Edad Media, aunque más que en epopeyas rimbombantes me fije en los dilemas morales asociados a ellas y, claro, en los usos y costumbres, especialmente amorosos y eróticos.
MAMÁ LEONOR Y LA CORTE DEL AMOR

Y
La historia del rey transparente de Rosa Montero, me aguijoneó la curiosidad en torno a este personaje -al que ella presenta absolutamente idealizado, nimbado de belleza y ambigüedad- sobre el que tantas veces hemos oído hablar de pasada sin saber en realidad -por lo menos yo hasta ahora- nada de él.
Nacido en Oxford, a orillas del Támesis, en 1157, tercer hijo del rey Enrique II y de Leonor de Aquitania, noble francesa que ha trascendido asociada al romanticismo, a la propagación de costumbres emancipadoras y placeres hedonistas -la suya fue la Corte del Amor, opuesta a la corriente oscurantista del momento, representada por el predicador belicoso Bernardo de Claraval; mujer inquieta, con una vasta historia que incluye romances y murmuraciones de todo tipo, rebeliones promovidas por ella, encarcelamientos sufridos por orden de su esposo y peregrinaje a avanzadísima edad por los Pirineos hasta su muerte en la célebre abadía de Fontevrault a los 82.

Con una madre con semejante currículo, ¡quién no toma partido por ella y repudia al padre que la increpa y la molesta!
(Freud aún no había hablado del complejo de Edipo, pero éste ya existía, si nos fijamos en todas las crónicas de la época, que sitúan esa relación en la órbita casi de infatuación de madre e hijo predilecto).
Y tomar partido por Mamá Leonor fue lo que él hizo sin dudar a los dieciséis, alma sensible y despiadada a un tiempo, que habría de regir, al doblar esa edad, los destinos de su país. Un destino que parece descuidó -llegó a decir que si encontrara comprador vendería Londres- embarcado como estaba en la Cruzada de la Cristiandad contra Saladino, rey de Siria, Egipto y Palestina -¿os suena?-, y con compañías tan memorables como la del emperador alemán Federico I
Barbarroja, que murió ahogado en uno de estos tremebundos episodios.
Intentar desentrañar los misterios de su personalidad con el manojo de valores de hoy es labor imposible, porque ni a los dieciséis entonces se era adolescente, sino hombre hecho y derecho, ni tan siquiera haber acometido directa o indirectamente exterminio se puede medir con nuestra escala, aunque, claro, nos horrorice saber la cantidad de personas que cayeron batidas bajo el mando de este, dicen, aguerrido e intrépido caballero a cuyo carisma -parecen coincidir todos los cronistas, y no sólo los que realizan panegíricos, no había cristiano que se resistiera-.
GOZADOR Y LASCIVO POLIVALENTE
Fue un hombre con una regular educación, compuso poesía en francés y en occitano, también se decía que era muy atractivo, con cabello rojizo y rubio, ojos claros y complexión pálida. Aparentemente tenía una estatura mayor a la del promedio, pero dado que sus huesos se perdieron durante la Revolución Francesa, no se conoce su estatura exacta. Hacia el fin de su vida tuvo sobrepeso: así es descrito en la página
Último reducto.
Pero miremos a su sexualidad. Si en la novela de Montero se decide a tirar los tejos nada menos que a Bernardo de Claraval y posteriormente se le atisba clamando amargamente al cielo para que perdone sus pecados
contra-natura, es verdad que ya casi nadie niega -ni siquiera la Enciclopedia Británica- lo que parece es evidente, que Ricardo, como mínimo, profesaba conductas y actos amorosos en plural.
Sobre ello hay una interesantísima disquisición en el blog
Berenguela de Navarra -que fue su esposa-, donde se llega a la conclusión de que fue menos pedófilo que su padre, bisexual, gozador y lascivo polivalente, lo que contrasta algo con la imagen angelical que a veces se ha propagado de él; claro que, en el extremo opuesto, también le han calificado de caníbal homosexual quienes aseguran que se comió la cabeza de un sarraceno hervida y aderezada con azafrán.
Entre su
LISTA DE AMANTES conocidos o supuestos:


Sancho VII de Navarra, el Fuerte -que por cierto devastó Soria y Almazán, os podéis hacer una idea de cómo se las gastaba viendo esa ilustración suya al ataque-, pasa por ser uno de sus amantes iniciales. La cosa no tendría mayor trascendencia de no ser porque Sancho era hermano de Berenguela, esposa de Ricardo que, dicen, estuvo enamorada hasta las trancas de su guapo esposo, la pobre -aunque no está claro que éste no la correspondiera, al menos fugazmente y aunque no tuvieran descendencia, porque ella era también bella e inteligente; pero no sabemos de qué modo habría de ser esa supuesta correspondencia, ya que en el currículo negro de
Lionheart figuran también, aparte de episodios de violencia antisemita, una serie de violaciones, suponemos que a mujeres-.
-Pero antes, en su primera juventud, en Francia -dónde si no- se habla de un príncipe gallardo, Philippe, que quizá le introdujo en las artes amatorias. Ah, la jeunesse!
-¡El sultán Seljuk Saladino!
Su rival.
Con lo que la historia tiene -o tendría, de ser verdad, bemoles-. Lo que sí parece cierto es que hubo intercambio de cariñosos regalos entre ambos, a raíz de una dolencia estomacal de Ricardo, quien correspondió al sultán de seductores ojos negros con el presente de una gata arrebatadora.
-En la III cruzada, cuentan en la página
Historia conocida -donde se define a Richard como mal hijo, mal esposo, mal rey, pero galante y bravo soldado- se habla también de la compañía de un tal Humphrey,
noble franco-sirio algo afeminado que fue muy cercano.

-Mucho se ha especulado también sobre hasta dónde llegó su entendimiento con el rey de Francia, Felipe Augusto, aunque según el completo estudio que leemos en el blog Berenguela de Navarra, no podemos atenernos a la literalidad de determinadas expresiones que se transcribieron; de ser así, también fueron amantes el padre de Ricardo y uno de sus hijos, claro que ¿a quién le extrañaría?
En 1199, Ricardo moría en Limousin a los cuarenta y dos años, diez después de haber sido herido en el hombro por una flecha envenenada durante un asedio.
Poco podría imaginar entonces que, muchos siglos después, se siguiera fabulando tanto sobre su ardor guerrero y amoroso como sobre su condición política y moral.
((Información biográfica e ilustraciones recogidas de distintas páginas, no sólo Wikipedia;
Berenguela de Navarra,
Vidas de fuego,
Biografías y vidas,
Enkidunmagazine,
Bolsa de noticias,
Ricardo Corazón de León,
Reyes y Piratas,
El caballero y la espada,
Ciudad Tudela,
Historia de Vascos y Vascones,
El Mundo Magazine, creo que no me dejo ninguna, pero hay imágenes que no sé de quién son, como la que encabeza la entrada. Eso sí, los bonitos dibujos de Leonor de Aquitania son obra de Tom Tierney)).