martes, 29 de octubre de 2013

LA SEMANA EN QUE NO VI A DAVID LYNCH


La semana en que David Lynch vino a Madrid, invitado por el festival Rizoma, me coincidió con inoportunos compromisos laborales, aunque de no ser así tampoco hubiera tenido muchas opciones de llegar a verle: parece que en la Filmoteca hubo colas desde las ocho de la mañana para adquirir entradas y el Reina Sofía tenía todo vendido desde hacía tiempo. Justo entonces recordé, por si alguna vez lo había olvidado, que, por muchos años que aquí habite, soy el mismo chico provinciano que, enamorado de Madrid, no tiene acceso a quien le proporcione un pase a la cena y fiesta lynchiana del Círculo, que le hubiera vuelto loco de placer para los restos.

¡Lynch estaba allí!
El hecho de que una de las conferencias tuviera lugar en la esquina de mi casa fue especialmente doloroso. Me apeé del autobús en la parada de siempre, y ahí estaba el Reina Sofía, en su ala Jean Nouvel, que adoro, y que ese día se me antojó lúgubre, cerrada a cal y canto como estaba, con esa conferencia indecible finalizando allá adentro, de mi Lynch y llena de lynchómanos.
Qué punzada tan insoportable saber también que en el cine Doré de mis entretelas el director que idolatro inauguraba un ciclo en su honor sin contar con mi presencia...

La semana en que vino David Lynch a Madrid estuve muy sensible, y no sólo por su presencia/ausencia en mi ciudad. Ocurrieron varios percances que me alteraron, y tras el trabajo recuerdo que algún día se me saltaron las lágrimas, pero en este caso de emoción, y el otoño primaveral contribuía a embriagar mis sentidos, ávidos de atrapar la luz y la brisa, el frescor que se expande como una caricia, y me recuerdo bajando ufano Marqués de Urquijo para asistir a mis primeras clases en el Instituto Cultural Rumano.

Más caliente que el asfalto de Georgia...

En esos días pensé que si hubiera tenido la improbable oportunidad de hablar con Lynch le habría contado que una noche de 1990, tras la proyección de Corazón salvaje en el cine Carlos III de Albacete, sentí un shock por encontrarme en la calle Collado Piña, y que escribí una columna enloquecida para el periódico en el que trabajaba, que llamó mucho la atención. Y que desde entonces me acuerdo a menudo, cuando viajo en carretera por la noche, de la escena de Sailor y Lula con la bruja atisbada por la ventanilla, Chris Isaak inundándolo todo: world was on fire but no one could save me but you...


From lost to the river
Le habría explicado también que en el 97 Carretera perdida me conmocionó tanto que, siendo ya profesor de instituto como era, no tuve reparos en encuadernar mi carpeta de clase con fotogramas del film, para asombro de propios y extraños, porque no podía dejar de proclamar mi rendición incondicional a ese mundo, cuya banda sonora se transformó en mi biblia particular.



Los friquis del Winkie´s

Si hubiera tenido la oportunidad habría querido conversar arrobadamente con mi Lynch hermoso, acariciarle el cabello y cogerle de la mano, y él seguro que se hubiera dejado. Y, cómo no, Mulholland Drive también hubiera salido a colación, aunque sólo fuera para hacerle conocedor de mi enfermiza obsesión por todo lo que tiene que ver con esa película, y para narrarle que una noche en mi casa provisional de la rue Violet de París -lynchiana a más no poder- fuimos capaces, gracias a la ayuda de una querida amiga, de interpretar todos y cada uno de los pasos de esta película hipnótica y fascinante, gloriosa entre las gloriosas.

Pero todo eso no son sino conjeturas y pájaros en la cabeza, que gracias a esta página puedo volcar y compartir con vosotros, amigos. Porque David Lynch se ha prodigado en la ciudad, en mi barrio, y yo no le he visto ni por asomo.

11 comentarios:

Uno dijo...

No eres el único que se ha quedado fuera. Tampoco yo estuve allí (y eso que soy madrileño de nacimiento). Pero si vuelve otra vez y tengo un pase no dudes que te lo daré porque lo mío se queda en nada frente a tu absoluta devoción y entrega. Eso debería contar también a la hora de dar los pases.

¿Centro cultural rumano? ¿Tan así estamos?

Un abrazo

un-angel dijo...

"Terciopelo Azul" y "Corazón Salvaje" me marcaron un antes y un después en mi experiencia cinéfila. Estuve meses escuchando la banda sonora de esta última y soñando con Sailor y Lula, que pasada.En cambio como yo soy chico de provincias también pero además bastante cateto, todavía estoy flipando y preguntándome de qué iba "Mulholland Drive", hijo...
Ya siento que no pudieses disfrutar de tu momento Lynch.
No estés triste, hombre.
Un abrazo.

Alforte dijo...

Soy un poco tonto, lo sé, porque tú pesar es mi consuelo por no haber podido acudir, pero es que desde luego los de Rizoma hicieron un buen negocio con la visita de nuestro idolatrado Lynch; en mi caso esto unido a la distancia me hizo desistir de perder un montón de pasta por verlo, lo adoro pero yo me quiero más. Llevo consolándome desde entonces viendo toda su filmografía, series y cortos.
Besos

Moisés dijo...

A modo de consuelo, piensa que muchas veces es mejor no conocer a quien admiras, porque pueden DECEPCIONARTE. Para eso está su obra. Yo tampoco estuve allí y bien que me hubiera gustado. David Lynch es uno de los genios vivos del cine. Inimitable y totalmente reconocible. Coincido contigo.

Un abrazo

El Deme dijo...

Desde luego eres Lynchiano a más no poder. Fíjate que yo soy más de Twin Peaks, creo que era una delicia televisiva aquello de adivinar quién había matado a Laura Palmer y cómo la cosa se iba enredando y enredando. Y de Una hostiria verdadera, que me parece una pequeña joya. Estoy de acuerdo, Olimpia Melinte es una maravilla.

senses and nonsenses dijo...

podría escribir un post parecido con todo lo que experimenté viendo por primera vez Terciopelo Azul, creo que definitivamente mi película favorita (aunque a veces cambio), o Corazón Salvaje. con Carretera perdido, a la salida un amigo y yo hasta dibujamos esquemas de-construyendo la estructura de la peli. puro frikismo, yo sé que tú me entiendes. Mulholland Drive, creo que aún no la he disfrutado como se disfruta "un Lynch. casi prefiero Inland Empire, que tb fue toda una experiencia.
¿le dejarán hacer más?

Alvaro dijo...

Gran entrada Justo, muy bien escrita y muy emotiva, sí señor.
Un abrazo

@ELBLOGDERIPLEY dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
@ELBLOGDERIPLEY dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Justo dijo...

Muchas gracias a todos por los comentarios.

Me quedó un poco drama-queen la entrada, jaja, que no era para tanto , ya lo sé. Y por supuesto que no tiene nada que ver ser madrileño de nacimiento o no, Uno. Madrid es una ciudad acogedora como ninguna que no haya conocido, por eso la amo tanto.

Un beso fuerte a todos, Feliz Navidad de corazón

Alex dijo...

Volvera Tiburones en Korador alguna vez?