martes, 10 de noviembre de 2009

MIRANDO TUS CABELLOS TAN BONITOS...



Así como nos sorprendemos añorando a personas que ya no forman parte de nuestro entorno, y comenzamos a valorar virtudes que en su momento nos habían pasado desapercibidas -quizá porque las teníamos tan cerca que no las veíamos-, lo mismo nos sucede con algunos cantantes que poblaban nuestra pubertad y primera juventud, melódicos que no contaban del todo en su momento por ser supuestamente convencionales o demasiado melosos para la rebeldía de aquellos ademanes, para el gesto que queríamos aparentar. No es que los rechazáramos entonces -de hecho los mirábamos siempre de reojo-, es que no se acompasaban del todo a nuestro latido.

Pero el tiempo nos proporciona todas las piezas de ese rompecabezas que ahora se yergue orgulloso. Y dentro de esos trovadores que nos educaron -sin nosotros saberlo entonces- discretamente en la contención y el buen gusto ocupa un lugar preminente el brasileño Roberto Carlos, que seguramente continúa su carrera exitosa por otros lares, pero del que en España no sabemos nada o casi desde hace por lo menos quince o más años.


((Hace no mucho tiempo mi abuela casi centenaria escuchó una canción en la radio, en duermevela, y se obsesionó con ella, nos tarareaba sin cesar su melodía, hasta que descubrimos que era La distancia, el bellísimo tema de Roberto Carlos, la causa de su desvelo, lo que la remitía a recuerdos de lo ya vivido, o incluso de lo por vivir, con retazos de melancolía aguda, de esperanza... -Yo por mi parte siempre he asociado esa canción a la novela de Manuel Puig Sangre de amor correspondido, donde es como una protagonista más-)).

¿Algo por añadir? Sí, porque he dicho casi todo, pero casi todo es poco, frente a lo que yo siento: no me queda más que abrir el corazón y decir fuerte: Roberto Carlos, mi querido, mi viejo, mi amigo, muchas gracias por hacerme partícipe de tanto sentimiento...


Esos tus cabellos blancos, bonitos, ese hablar cansado, profundo, que me lee todo lo escrito y me enseña tanto del mundo; esos pasos lentos de ahora caminando siempre conmigo ya corrieron tanto en la vida, mi querido, mi viejo, mi amigo. Esa vida llena de historias y de arrugas marcadas por el tiempo, recuerdos de antiguas victorias son lágrimas lloradas al viento; tu voz dulce y serena me calma y me ofrece refugio y abrigo, va calando dentro de mi alma, mi querido mi viejo, mi amigo...

MI QUERIDO, MI VIEJO, MI AMIGO / ROBERTO CARLOS


Tu pasado vive presente en las experiencias sentidas, en tu corazón consciente de las cosas bellas de la vida; tu sonrisa franca me anima, tu consejo sabio me guía, abro el corazón y te digo: mi querido mi viejo, mi amigo...

Yo he dicho casi todo
y casi todo es poco
frente a lo que yo siento...
Mirando tus cabellos tan bonitos
abro el corazón y digo
mi querido, mi viejo, mi amigo...
Mirando tus cabellos tan bonitos
abro el corazon y digo
mi querido, mi viejo, mi amigo..

12 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

francamente, no sé qué decir, esto me supera. es que no lo encuentro en ninguno de los momentos de mi educación sentimental. ni la del viejo amigo, ni la del gato, que será triste, pero azul?

Champy dijo...

Que hermosa entrada amigo.....

Se siente bien solo de leerte, mas si se te siente así...

Roberto, Raphael, Camilo, José José, El Puma.... que acaso esos tiempos ya no volverán???

Camilo de 10 eh!

Puras lágrimas se veían por todas partes...y todo el tiempo estuviste conmigo.

2046

Justo dijo...

Di que sí, mi Champy... contigo en la distancia, y camilista a tope.

Un beso a los dos

Cabriola dijo...

no puede haber ningun comentario que le haga justicia a esta entrada.

yo me limito a mandarte un beso marisolero de ventosa :p

pon dijo...

el gato que está
en nuestro cielo
no va a volver a casa si no estás


Siempre me hace llorar. Como se puede componer algo tan bonito, y decir tantas cosas tan bien dichas en tres minutos.

Precioso post, Justo, tierno y cálido como las canciones de Roberto Carlos. Gracias por componerlo.

Ernesto dijo...

Afortunadamente para mí, fue el cantante preferido de mi padre junto a Carlos Cano.

Propongo <"Un millón de amigos"> como himno del Facebook.

El Deme dijo...

Maravillosa canción, reivindiquemos los sentimientos sencillos, coño.

combatientes70 dijo...

esta canción me traslada a la piscina municipal de mi pueblo, a los años 70, al calor de verano, al cloro, al trampolín de dos alturas, a los bañadores bien apretados, a los hombres de pelo en pecho, al césped y a mis tíos besándose en él mientras yo me tiraba a escondidas de la segunda planta del trampolín, caída libre hacia el agua azul y de fondo por los altavoces suena mi querido, mi viejo, mi amigo de Roberto Carlos

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Pues sus canciones también me evocan tiempos de chavalín, de piscinas y veranos.
Una voz cálida, muy popular (sin que tenga nada de malo que sea popular), bonita.
Tampoco sé qué ha sido de él, pero muchas de sus canciones son melodiosas, cálidas, envolventes, suaves, emotivas.
Besotes.

Justo dijo...

Cuántos recuerdos bonitos ha suscitado esta canción... piscinas municipales de pueblo, melodías que remiten a otras melodías.. qué grato. Un beso muy fuerte a vosotras/os.

(Uy, Carlos Cano, tenemos que hablar de él otro día, Arguifonte...)

Javier dijo...

En esta entrada coincido con senses, aunque siempre tengo ahí en un rincón de la memoria a ese gato triste y azul, así que en cierto sentido forma parte de la memoria, pero no demasiado personal.

El Velvet de Cierto Pelo dijo...

Es el soundtrack de mi niñez. De cuando mamá tomaba su máquina de coser Singer y se afanaba por mantener a sus críos.
Roberto no sólo era el exotismo de alguien romántico sino la imagen misma del latin lover mundial.
Ahora no pasa de ser el recuerdo curioso de la educación musical materna superada por la nostalgia del rock paterno.