miércoles, 9 de septiembre de 2009

DORIS LESSING CON LOS GATOS DE TU VIDA




Uno de los destellos de pureza que perdurará si perdura algo en el planeta tendrá que ver con el amor correspondido que se profesan algunas personas y sus perros o gatos. Esos momentos de exaltación íntima, de comunión espiritual que hemos vivido con nuestras mascotas y que no son comparables a nada, porque conforman un universo propio ilegible para no iniciados. Si es verdad que antes de la muerte hay un desfile de imágenes fugaces y trascendentes, ahí estará la mirada de tu gata unos días antes de dejarte para siempre, los ojos penetrantes y sabios con los que te advirtió una tarde de que su destino ya estaba sellado y su despedida era casi inminente: tu gata orgullosa y digna hasta al final pero tan agradecida por los servicios prestados, compañera de confidencias, de reproches, de ilusiones. O el recuerdo de tu gato negro de tejado, el inseparable, meloso y pesadote de ronroneos infinitos, que no te abandonó un minuto pero tú sí a él, a quien no pudiste confortar en su agonía final, que padeció solitario por la mala fortuna de coincidir con una mudanza de sus amos... o de la gatita que escogiste en aquella casa loca donde habitaba con otros dieciséis felinos, y que se lanzó feliz y decidida al cesto que la conducía a su nueva y larga vida.. o de la perra blanca y canela, cómplice inagotable cuyo placer por la vida te deleitaba ya desde el ascensor en que la bajabas a sus alborozados paseos.



Vi en una librería On cats, de Doris Lessing, y no lo pensé dos veces. Se trata de una edición que contiene su clásico Particularly cats (1967) unido a otros dos más recientes: Rufus the survivor (1989) y The old age of El Magnifico (2000).
No son historias inventadas, sino reales.
La escritora británica pretende contar la historia de los gatos de su vida, desde los salvajes y aviesos de su infancia en Sudáfrica hasta los caseros acomodados, y los adyacentes... las relaciones entre ellos, sus jerarquías, sus caracteres. Así, conocemos a gatas con un avezado instinto materno y a otras que, pagadas de sí mismas, reniegan de él; a una diversa gama de gatos golfos y seductores de arrabal, a náufragos y arribistas, suicidas y aventureros... y los milagros se suceden.
Todos son distintos, pero sí... en aquel y en otro detalle, los reconoces, y sonríes, y lloras, y mascullas.. ¡se parecen tanto a los tuyos!

Este libro apasionante de Doris Lessing sobre los gatos de su vida es, en realidad, el libro de su vida a través de los gatos que la marcaron. Está extraordinariamente bien escrito, con sus dosis exactas de ternura, de ironía y precisión british, de musicalidad, de tensión narrativa.
Ahora que, haciéndome mayor, valoro cada vez más mi tiempo, pienso que no lo podía haber invertido en algo más gratificante que en la lectura de sus delicadas páginas, que os recomiendo vivamente.

(La foto de la escritora es de 1956, y la realizó Marc Gerson).

18 comentarios:

Eleuterio dijo...

Me interesó, aunque yo siempre fui ma´s de perros que de gatos

¿Habrá traducción al castellano o al alemán?

Santy Trombone dijo...

Yo también soy más de perros... pero ahora además tengo una gata y reconozco que tienen un punto muy especial... (aunque por los perros siento una pasión casi enfermiza) El libro que comentas, esta editado en castellano?

Champy dijo...

Con tu primera parte podras imaginarte como me pusiste... Ay momentos en que no concibo mi vida sin él, cuando abro los ojos y los suyos estan a10 cms de los míos, esperando solo eso, que los abra para estirar su manita y rozar mi cabeza, ó cuando amanece enrollado detrás d emis piernas ó.... tantas citas que tu debes conocer perfectamente.

Quiero ese libro.

En este instante te mando una foto maravillosa de mi gatito.

2046

combatientes70 dijo...

los gatos me producen reparo... los perros miedo... aunque vivo con uno muy grande, Luma, al que paseo cuando no está cynthia y lo peor es que lo siento como un amigo y no un perro... contradicciones de la vida... y cada vez que traigo un amante a casa termina enamorado de Luma y no de mí.

José Angel dijo...

Maravillosos gatos. Este fin de semana estuve con uno que se llama SAM, (castrati, algo selvático y nada vecchio). Es anaranjado de tronco y con careto blanco. Los ojos inmensos, verdiazules. Estuvo horas entre las flores, comiéndoselas, a pesar de los gritos de su dueña.
Saludos.

marichuy dijo...

Justo

Confieso: no he leído nada (más que un par de cuentos que no me hicieron muy feliz) de Doris Lessing, pero este libro de los gatos se me antoja. Los mininos me fascinan, sean "golfos y seductores de arrabal, a náufragos y arribistas, suicidas y aventureros"... siempre prestos a ser consentidos.

Un beso

José Angel dijo...

No quiero dejar de decirte lo mucho que me ha emocionado tu primera parte de la entrada.
F.., B.., M.., Ml..
Un pedazo se marcha con ellos cuando nos dejan.
Un beso.

Santi dijo...

Escribe taaaan bien Doris; ¿no sería genial tener una amiga que se llame Doris? Es como algo natural, una ley no escrita, serás homosexual y tendrás una amiga llamada Doris a la que le irá fatal en el amor, pero te compadecerá porque, en fins :)

No sé, a mí los gatos no me gustan demasiado. Son monos y hasta puede, puede, sólo puede, que tiernos, pero me los imagino siempre a un plis de arquear el lomo y acerme: fuuuuu, y me pongo tenso. Además, no son tan fieles ni babosos como los perros.

Ohh, me preguntabas por Fernanda Daza, que aún llevo el apellido que me dio; pues ha vuelto, lo descubrí alponer la entrada y darme cuenta que los comentarios, su nombre, perfil, se podía pulsar, y al hacerlo le di al blog y ha vuelto a escribir. No lo sabía; tampoco me ha comentado en todo este tiempo; sí, sí se lo dije.

No le he dicho nada, y teniendo en cuenta cómo reacciono, probablemente no lo haga; no por nada, sino porque, igual eso pasó, ¿tiene algún sentido?, es una sensación, no sé.

Bueno, estoy escribiendo; me falta tu ventana y tu mar, pero el mar está en el relato... es imposible seguir adelante sin pasar por lo que hay que pasar; pensé que ahora, menos atormentado:), podría dejar de reflejarme y no.

"Dolor. Se llamaba Dolor la anciana que desnuda en las noches sin luna se acercaba hasta la orilla del mar". Y ya está todo claro en mi cabeza pero siento otra vez ese no querer sentarme y escribir, y miro a Jorge a ver si habre un ojo, cambio la música, podría mirarlo, y no quiero saber qué es.

Besos, guapo

Santi dijo...

Ohhh, me ha dado un flah.. has escrito "habre un ojo", con hache, no, y he vuelto, y sí :O, Ohh, Jude Law bendito!!

besos

Uno dijo...

No soy especialmente amante de los animales. Lo fuí de los perros y de los insectos gordos. Nunca de los gatos. Se parecen demasiado a mi.
Un abrazo

molano dijo...

Los ingleses adoran a los gatos. Solo hay que ver el número de libros, calendarios, postales, posters et. que les dedican. Yo leí, siendo muy joven, un precioso libro de gatos en inglés. ¿Me pregunto si sería de Doris Lessing?
Debe de andar por ahí y voy a encontrarlo. Gracias por recordármelo.
Un abrazo

Javier dijo...

Soy más de perros que de gatos, aunque estos últimos no dejan de fascinarme, aún más teniendo en cuenta la relación que mantienen con nosotros, es el mundo del revés, y es algo que no deja de ser curioso y a la vez admirable.

El Deme dijo...

No soy muy de gatos. Ni tampoco de Doris Lessing, aunque sí he leído Cantando sobre la hierba. En La Venencia, siempre hay un gato por allí dando vueltas, eso sí.

pon dijo...

Adoro a los gatos, sus ojos, su mirada, su forma de caminar y cómo duermen. Me encanta mirarlos y tocarlos, me derrito cuando ronronean y me pasaría la vida con un gato en la cabeza o en el hombro.
Aunque una no tiene gato, es el gato quien tiene al amo, a la vez la pertenencia es mutua. No al estilo fiel y un poco tontorrón de los perros, sino que más que fiel, el gato es leal. Podrá irse con otro, pero siempre serás suyo por mucho tiempo que pases sin verle.
Me parece mucho más ineresante esa lealtad que la fidelidad. También en las personas, claro.

Además hacen poco ruido.

Casanova dijo...

No me llama la atenciòn un gato,bueno mejor dicho,me llama la atenciòn pero no me gusta.Hoy mismo me contaba una auxiliar que envenenaron a sus 9 gatos,que no eran suyos,vivìan en el patio interior del piso donde vive.Y parece ser que un vecino despechado,al que no dejaban meter la moto en este patio,ha sido el culpable.Las vecinas hicieron rondas de vigilancia,para ver si el asesino volvìa al lugar del crimen,y asì fue.Esta auxiliar lo esperò con un palo y le ha dado en una mano.le he dicho que hubiera sido mejor denunciarlo,porque en Italia ya es delito matar un animal,quiza a un extracomunitario no (segùn deseos de la Lega Nord),pero un animal afortunadamente ya sì.

Justo dijo...

Hummmm, muchas pegas a los felinos he visto por aquí...
(No sé si On cats como tal está en español, quizá no, pero hay un libro: Gatos muy distinguidos, que es la traducción de Particularly cats, y he visto fragmentos en algunos libros de recopilación de relatos sobre gatos.)

Me emociona, valga la redundancia, que os haya emocionado, José Ángel, Champy. Es una de las entradas en las que he puesto más de mí en los más de dos años que llevo de blog.
(Me encantaron esas fotos, Champy, quiero más...)

A falta de una amiga que se llame Doris buscaré a Fermina, Ant -no Fernanda-, me gustaba mucho esa bloguera. Y me encantará conocer tus escritos, siempre he apostado por ti...

¡Bienvenido de nuevo, Casanova! Ha sido toda una sorpresa.

Te veo con un gato en bandolera, como Doris Lessing en el libro, Pon... te quedaría muy bien.

Besazos a todos

Unknown dijo...

uy, gatos. sé de más de uno que loraría de saber que los gatos de una vida pueden quedar entre dos tapas. yo solo les tengo respeto y señalada inclinación a los gatos. mi problema es la alergia instantánea que me brota a su contacto. Tuve un gato, antes de la alergia, que se llamó Medea, porque supe demasiado tarde que era macho. El gato de Cortázar me resulta entrañable...

Sufur dijo...

Gracias... no puedo decir más. Qué hermoso