viernes, 2 de noviembre de 2007

UMA MANHA ENSOLARADA EM SANTA JUSTA



Nada más llegar el domingo nos dirigimos al centro de la ciudad y más concretamente al ascensor de Santa Justa. Allí un mengajo de no más de once años metió la mano en el bolso de Esther y si no me llego a dar cuenta a tiempo nuestra primera visita hubiera sido a comisaría: al igual que en Berlín auscultamos el sistema sanitario, aquí hubiéramos hecho lo propio con el policial.

((Vimos a bastantes niños y niñas pidiendo, ojalá y esa situación remita, una de las fotos con que ilustré mi primera entrada portuguesa del blog era la de un chaval con acordeón y un perrito recogiendo las monedas en un vaso: era una estampa graciosísima, pero muy triste al mismo tiempo, la he retirado y cambiado por el mozo del bar de la terraza de Santa Justa, no sé, quizá la vuelva a poner, es curiosa esta sociedad en que permitimos que los niños mueran de hambre, pero en la que no se pueden difundir sus fotos porque dicen que atenta contra su dignidad; el chico era consciente de ser una atracción turística y posaba para las cámaras, pero me apena encontrarme con su mirada sabia y melancólica, y con el perrito faldero arrimado a su hombro, como el mono Amedio de Marco-)).

Aquella mañana mi amiga y yo tuvimos varios destellos de felicidad, una vez superado el vértigo de subir las escaleras de caracol que conducen a lo alto de esta singular estructura. El sol era radiante, y no teníamos otra cosa que hacer que hablar tranquilamente o disfrutar en silencio de la seductora panorámica, de la placidez de la mañana, del sosiego que irradian la buena compañía y la confianza, en ese momento todo era respirar y contemplar, sentir la brisa y conocer la dinámica del dispuesto mozo del bar que nos atiende, entonces encargamos varias cerveijas y patatas picantes o aceitunas, y nos relajamos y estiramos las piernas...quedaba un largo día por delante para percibir que éramos en esa ciudad y de esa sencilla manera dichosos.

2 comentarios:

Fernado Palaio dijo...

Verdade,infelismente o meu PORTUGAL está passando uma crise muito grande e a minha amada LISBOA reflecte isso mesmo...Espero que seja ultrapassada o mais breve possível e,tenho profunda tristeza de saber que quem nos visita veja isso mesmo em vez de"lisboa é um espanto sem par e ao virar de cada esquina,há sempre um pregão popular no cantar duma varina.Há histórias de Amor e Mar da mais velha tradição..."porque LISBOA AFINAL VAI VOLTAR A SER A MESMA!ABRAÇO,Fernando Palaio.

Justo dijo...

De todas maneras, la impresión general que produce la ciudad es la de que va hacia delante.. a pesar de las desigualdades, que las tenemos en todos sitios -en Europa menos que en otros continentes-