A fuerza de práctica, a veces se consigue aferrar con las manos destellos de felicidad con los que conscientemente nos envolvemos, como si fueran un vestido o armadura que nos cubrirá en tiempos difíciles. A mí me pasó, por ejemplo, en el verano de 2011: era la primera vez que viajábamos con mi madre a Italia y en Venecia, en el consabido paseo en góndola, lloré de alegría por la certeza de estar compartiendo un momento único -los sentidos aguzados por el efecto del Prosecco- que ya nadie nos podría arrebatar.
De igual manera estos días recientes de Navidad, con mi madre y mi hermana -que me han sometido en Albacete a una cura de cariño en toda regla- cumplimos con otro esperado ritual: el de finalizar la serie Perdidos, que yo llevaba siguiendo con parsimonia placentera desde hacía dos años, más o menos desde que terminó para el resto de los mortales. Ellas ya lo habían degustado, claro -y militado en bandos enfrentados, el de Jack y el de Sawyer-, pero no quisieron perderse un solo capítulo de esta sexta entera temporada conmigo, para sentirlo juntos y revivir todo ese maremágnum de sensaciones que se desparrama por esta bendita e inigualable odisea televisiva.
Siempre recordaré Perdidos, como la serie que aunó con tanto acierto los distintos elementos dispersos de las ficciones de aventuras y ciencia ficción que amo desde pequeño. Y ahora ya puedo confesaros que me sumo a la, al parecer, minoría de fans que aprueba y adora el final tanto como el principio. Pero por encima de eso creo que recordaré, sobre todo, la noche en que con mi hermana y mi madre, en el último día de vacaciones, vivimos ese momento tan especial, unidos los tres en el vértigo del capítulo último, llevados otra vez por un río imparable y armonioso en el que nos quisimos mucho y fuimos, de nuevo, felices juntos.
Reacción de un ciudadano en la emisión
de las últimas escenas de Perdidos
(Bajado por Leah D. su hija)
7 comentarios:
No he visto la serie y casi lloro... El próximo final que veais juntos lo grabas porfa.
Eso es una navidad y no Cortylandia.
Un abrazote.
Me solidarizo con Uno, tampoco he visto Lost así que no comment.
Bsote
Con Lost muchos de nosotros, durante todas las semanas hacíamos reuniones caseras. Era terminar de ver el capitulo, y la cabeza era un no parar de dar vueltas a toda la intriga que la envolvía, la emoción de compartir tus teorías con los amigos y compañeros de curro, e impaciente del siguiente capitulo.
Soy tambien de ese pequeño grupo de ese final.
Qué emotiva tu entrada Justo, realmente el arte es capaz de llevarnos a esos estados y más si encima es compartido con los seres que amamos.
Y Lost es arte de verdad. A mí me gustó muchísimo el final, aunque la temporada sexta tiene algún capítulo por el principio algo raro, supongo que detrás de tanta crítica había una lástima inconsciente a que esa joya se acabase.
Un abrazo fuerte
tenías que haber grabado a tu madre y hermana, eso sí que hubiera sido un pedazo de documento. no he visto Lost pero sentí algo parecido con A dos metros bajo tierra (un tratado sobre la vida, y eso que parece que hablaba de la muerte). la vi sólo, después con amigos, y hace poco con novio. no sentía algo parecido desde Twin Peaks.
ahora tienes que ver Mad Men, estoy casi seguro que te encantará...
Tampoco he visto la serie, pero me hubiera gustado veros a los tres...
UNO: ¿A que sí? A ver si nos contrata El Corte Inglés..
ALFORTE: ¡Remedia eso, tienes que verla!
ISMAEL G: Me agrada conocer a losties que no reniegan del final. Me hubiera gustado verla como tú, cuando se iban estrenando los capítulos. ¡Bienvenido al blog!
MUNDODENA: No puedo estar más de acuerdo con tu comentario, de principio a final. Y hablando de temporadas, a mí me enloquece la tercera, cuando los Otros les encierran en esas jaulas, y Kate con aquel vestido..
SENSES: La próxima, habrá grabación. Yo también considero sagradas A dos metros y Twin Peaks.
Estoy viendo poco a poco Mad men, me gusta mucho, aunque de momento no la he sacralizado tanto.
JAVIER: Pues tuvimos que ser dignos de ver, sí..
Gracias a todos, un abrazo
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