martes, 28 de agosto de 2012
domingo, 26 de agosto de 2012
PERDIDO EN LAS TELESERIES
Sawyer, Jack y Kate de Lost / Bajado de la página GrantGould Sookie Stackhouse, acosada por tres de sus maromos |
Adoro las teleseries, últimamente las made in USA, claro, por encima de cualesquiera otras.. mi problema es que necesitaría más horas al cabo del día, o tendría que renunciar al blog, o a la vida personal y social, o a la lectura, o a trabajar, a cambio. Pero últimamente he conseguido imprimir un ritmo más vivo a mi seguimiento de las mismas, siguiendo el consejo de mi hermana de que vea temporadas enteras y no capítulos sueltos de una y de otra -ella y mi madre son muy metódicas, ven un capítulo al día, desde que se iniciaron con Perdidos, de la que tienen un cofre con mapa de la isla incluido: ahh, y mi madre viendo todo en versión original, por supuesto, ahora una de las series de culto, Fringe-.
Aunque también me pasa que no tengo ninguna prisa por concluir, si lo que me gusta es degustarlas.. pareciera que hay una carrera loca por ver quien las termina antes, por deglutirlas y etiquetarlas.. pero no: caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Así que unas palabras sobre.. LOST / PERDIDOS cuarta temporada
Me costó entrar al principio, porque añoraba mucho la tercera temporada -sobre todos los primeros capítulos con Jack, Kate y Sawyer prisioneros, tan flashgordonianos-. Pero una vez que me adentré, he ido de escalofrío en escalofrío, al rojo vivo en cada capítulo..
A estas alturas Perdidos está a punto de convertirse en mi serie favorita de todos los tiempos, aquella que recoge lo mejor de Perdidos en el espacio, Tierra de gigantes, Hace un millón de años, Viaje al centro de la tierra, 1984, Flash Gordon, El planeta de los simios, Apocalypse now, el mundo de David Lynch, de Stanley Kubrick.. me trae a la memoria cromos, películas de sobremesa en blanco y negro, trailers, carteles despampanantes.. cada capítulo me parece una gozada suprema, y además me sorprendo a menudo con un llanto purificador -sí- que difícilmente me aflora en otras series melodramáticas... estoy convencido de que formaré parte del grupo de fans que van a adorar y dejarse subyugar por el final, pero aunque así no fuera me da igual: es ya tan enorme mi gratitud a esta ficción que ha mejorado mi calidad de vida en los últimos tiempos.
Una escena escalofriante |
"We have to go back, Kate": una escena perversamente lynchiana, con Jack más perdido que nunca. Por cierto, cómo preferís a Jack: ¿con pelete en el pecho o sin él? |
Otro sexy, pero ultra-malvado: Keamy |
Hoy he empezado la quinta y penúltima temporada. Confío en vuestra discreción, que me permitirá permanecer virgen e iluso sobre el final de la serie.
¿Quién maneja mi barca, quién? Que a la deriva me lleva, quién... |
Y TRUE BLOOD Tercera Temporada...
Me gustó bastante, aunque mi favorita hasta el momento es la segunda, por el personaje de Maryann -la actriz que la interpreta, Michelle Forbes, también aparece en la cuarta temporada de Lost, por cierto-, que animó la trama a base de bien. En esta ocasión se combinan historias interesantes -por ejemplo, la de Sam Merlotte con su familia con otras que no lo son tanto -la del pobre Jason con esa pantera loca que aparece-.
Pero bueno, en conjunto diría tres cosas sobre la serie en si:
ERIC NORTHMAN / ALEXANDER SKARSGARD
SIN PALABRAS
-Que es lo más gay que he visto en mi vida -no sólo por lo gay en si, que tiene mucho peso, sino por el tipo de exhibicionismo masculino, y sobre todo por el constante paralelismo entre la situación de los vampiros saliendo del armario y en pugna política con lo que ha vivido la comunidad LGTB en estos años-; cómo se nota que detrás está Alan Ball, responsable de A dos metros bajo tierra...
Alcide / Joe Manganiello, un hombre lobo como nunca imaginaste |
-Que todos los personajes resultan atractivos.. excepto los protagonistas, Sookie Stackhouse/Anna Paquin y Bill Compton/Stephen Moyer. ¡No hay quien los aguante! Ni a ellos ni a su romance. ¿Lo habrán hecho a propósito?
-Que es una gozada el poder contemplar una serie así de disparatada y sin freno, para adultos, lo que compensa el azúcar y la moralina insoportable de la omnipresente saga Crepúsculo, que avergüenza a cualquier amante genuino del género.
Jessica, mi vampira favorita |
Y Sam, el mejor de los shapeshifters/cambiaformas que te hayas echado a la cara |
Y ya sólo me queda seguir disfrutando con la parte cuarta, lo que espero hacer muy pronto -creo que en USA están emitiendo en la actualidad la quinta temporada-.
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UN CÓMIC CIEN POR CIEN KORADOR / ¡NUEVO!
Nunca imaginé que llegaría a publicar un cómic por tiras de mi autoría en esta página tan amante de los tebeos de todo tipo. Pero gracias al portal que me ha recomendado un amigo bloguero, me he lanzado al ruedo, a lo loco -pero sin faldas, de momento- y ya veremos a dónde nos lleva esta nueva aventura, jajaj.. a mí a divertirme, seguro. De momento no controlo aún bien los pormenores técnicos, no doy con el tamaño adecuado. Para ver en grande la historieta, tenéis que pinchar arriba, porque más abajo no se reproduce todo...
La historia comienza en un lugar indefinido, cuando un joven de tendencias presumiblemente freaks se arroja a la calle para musitar un monólogo insano sobre lo que se puede o no hacer un día de lluvia. Pero alguien interrumpe lo que comenzaba a ser un estado de arrobamiento insensato...
Publicado en Pixton.
jueves, 23 de agosto de 2012
DAVID CAL, TAL CUAL
El ídolo de Cangas de Morrazo |
¡Pero qué guapo está! |
Un momento de desánimo en Pekín 2008 |
A David Cal lo tomamos a pecho. |
VA POR ÉL:
GIVE ME EVERYTHING / PITBULL ft NE-YO, AFROJACK, NAJER
martes, 21 de agosto de 2012
SANCHO, JUAN LUIS
Eran de la misma generación -Sancho nació en Madrid en 1936 y Juan Luis en San Roque (Cádiz) en 1940-, y tenían varias cosas en común: bien conocidos y queridos por el público, respetados por la crítica, aunque no acabaran de estar en primera línea, sorteando siempre los avatares de las erráticas carreras de los actores españoles. Galanes, sin duda. ¿Cabezotas? Digamos mejor pertinaces. Cabe intuir que francos, amigos de sus amigos, desprendidos y locuaces, también quizá temibles en sus malos momentos. O no. Les echaremos de menos,mucho.
SANCHO GRACIA
En el éxito de Curro Jiménez jugaron el color, los bellos escenarios, la música; el elenco de actores -los principales, Sancho Gracia, Álvaro de Luna y José Sancho, con guapísimas actrices que cambiaban con los episodios-. Curro era un Robin Hood serrano, y también un poco el Jabato de los tebeos, si bien a diferencia suya había un componente sexy nada contenido: a los niños de entonces nos llamó la atención la facilidad con que cambiaba en cada capítulo de partenaire amorosa, y lo fogoso de sus aproximaciones eróticas, a las que ninguna hembra se resistía -los restos del festín quedaban para el Estudiante o el Algarrobo-. Sancho, que también dio vida a un famoso camionero en la pantalla, más que galán era macho de una pieza, recio arquetipo que impresionaba y no dejaba lugar a duda o ambigüedad alguna: lo del nuevo hombre llegaría después y estaba claro que con él no iba la cosa -con su hijo Rodolfo Sancho, sí, por ejemplo-. Como actor quedó marcado para siempre por este personaje -aunque no creo que a él le importara- si bien continuó trabajando mucho para el cine, normalmente componiendo estupendos personajes secundarios en esa línea de virilidad basada en la fuerza sin resquicios.
JUAN LUIS GALIARDO
Juan Luis Galiardo tuvo dos -o quizá tres- etapas muy diferenciadas como actor, y aunque me parece que él se hartó un poquito de la primera, yo soy fan confeso de ese clisé que tanto le hicieron repetir de bon vivant venido a menos, o macarrilla de buena familia, que él bordaba en esas producciones torremolinescas que se fabricaron -y consumieron- como churros en el desarrollismo. A esta etapa pertenece, por ejemplo, Las nenas del mini mini, de Germán Lorente (1969).
Aunque un año antes trabajara para una película rara en la filmografía suya y en la de Carlos Saura, su director: Stress-es tres-tres (1968), un esnobismo existencialista que rodó con Geraldine Chaplin y que hubiera merecido mejor fortuna. Juan Luis estaba ahí guapo como nunca.
Después y tras un paréntesis suponemos que nada fácil -un punto y aparte lo supuso su Don Quijote televisivo para Manuel Gutiérrez Aragón en 2002-, llegó la etapa ahora más recordada: la de maduro anarcoide con encanto y desparpajo a raudales, y con un punto acentuado de excentricismo solipsista. Yo personalmente agradecí mucho su participación en Clandestinos, la iconoclasta película de Antonio Hens (2007).
SANCHO GRACIA
Parece un galán del cine mudo, ¿verdad? |
En el éxito de Curro Jiménez jugaron el color, los bellos escenarios, la música; el elenco de actores -los principales, Sancho Gracia, Álvaro de Luna y José Sancho, con guapísimas actrices que cambiaban con los episodios-. Curro era un Robin Hood serrano, y también un poco el Jabato de los tebeos, si bien a diferencia suya había un componente sexy nada contenido: a los niños de entonces nos llamó la atención la facilidad con que cambiaba en cada capítulo de partenaire amorosa, y lo fogoso de sus aproximaciones eróticas, a las que ninguna hembra se resistía -los restos del festín quedaban para el Estudiante o el Algarrobo-. Sancho, que también dio vida a un famoso camionero en la pantalla, más que galán era macho de una pieza, recio arquetipo que impresionaba y no dejaba lugar a duda o ambigüedad alguna: lo del nuevo hombre llegaría después y estaba claro que con él no iba la cosa -con su hijo Rodolfo Sancho, sí, por ejemplo-. Como actor quedó marcado para siempre por este personaje -aunque no creo que a él le importara- si bien continuó trabajando mucho para el cine, normalmente componiendo estupendos personajes secundarios en esa línea de virilidad basada en la fuerza sin resquicios.
CURRO JIMÉNEZ / Intro
JUAN LUIS GALIARDO
Juan Luis Galiardo tuvo dos -o quizá tres- etapas muy diferenciadas como actor, y aunque me parece que él se hartó un poquito de la primera, yo soy fan confeso de ese clisé que tanto le hicieron repetir de bon vivant venido a menos, o macarrilla de buena familia, que él bordaba en esas producciones torremolinescas que se fabricaron -y consumieron- como churros en el desarrollismo. A esta etapa pertenece, por ejemplo, Las nenas del mini mini, de Germán Lorente (1969).
Aunque un año antes trabajara para una película rara en la filmografía suya y en la de Carlos Saura, su director: Stress-es tres-tres (1968), un esnobismo existencialista que rodó con Geraldine Chaplin y que hubiera merecido mejor fortuna. Juan Luis estaba ahí guapo como nunca.
Juan Luis, en la cama con Fiorella Faltoyano |
Y casi a continuación llegó el destape, con títulos que se juzgan olvidables -pero que algunos nunca olvidaremos- como una película que para mí es una debilidad -aunque sólo la viera años después y por TV- El límite del amor, de Rafael Romero Marchent (1976), con las guapísimas Charo López y Didi Sherman -entonces pareja de Valerio Lazarov, y que también se lanzó a la canción, y uno de los que compró el single por supuesto fui yo-. Por cierto, que uno de los múltiples carteles que se editaron para la película aparecía en Death proof, de Quentin Tarantino (2007).
Después y tras un paréntesis suponemos que nada fácil -un punto y aparte lo supuso su Don Quijote televisivo para Manuel Gutiérrez Aragón en 2002-, llegó la etapa ahora más recordada: la de maduro anarcoide con encanto y desparpajo a raudales, y con un punto acentuado de excentricismo solipsista. Yo personalmente agradecí mucho su participación en Clandestinos, la iconoclasta película de Antonio Hens (2007).
SANCHO Y JUAN LUIS, TANTO MONTA...
CON CARIÑO DESDE KORADOR A DOS GRANDES ACTORES ESPAÑOLES
domingo, 19 de agosto de 2012
RAFFAELLA, TAN FUERTE SIEMPRE
Sabéis bien que el hecho de que casi nunca haya hablado de Raffaella Carrà no denota ninguna clase de indiferencia por mi parte. No, claro que no. Más bien lo contrario: la tengo en un pedestal tan alto que no sé ni qué decir al respecto. También, siendo tan longeva y conocida su carrera, es difícil hallar un aspecto en que centrarse: aunque motivos para la alegría no faltan, os recuerdo que se cumple un año del éxito internacional del remix que Bob Sinclair lanzó de Far l´amore.
FORTE, FORTE, FORTE / RAFFAELLA CARRÀ
Pero ahora he encontrado esta joyita. Es una de mis canciones favoritas de ella, que hasta el momento conocía solo en castellano... fuerte, fuerte fuerte fuerte me abraza fuerte fuerte fuerte fuerte, me toma fuerte fuerte fuerte fuerte... y después de amar me prepara una taza de café... Este vídeo de la televisión italiana de 1976 no tiene desperdicio alguno, seguid de cerca sus evoluciones, la psicodelia del conjunto, su actitud como de colocada y la decoración del plató, que se pone en evidencia con toda su fiereza al final de la actuación..
Mi bacia.
Forte, forte, forte, forte,
Mi tiene,
Forte, forte, forte, forte,
Mi prende.
Forte, forte, forte, forte,
Poi gioca.
Forte, forte, forte, forte,
Mi ama.
Forte, forte, forte, forte,
Poi parla.
Piano, piano, piano, piano.
E' fatto così.
FUERTE Y ÚNICA RAFFAELLA,
¡TE QUEREMOS!
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MEMORABILIA,
RAFFAELLA CARRÀ
sábado, 18 de agosto de 2012
WE DIED AT SUCH A PLACE
-¿Qué es lo que no puede ser, Emilia?
-No puede ser que Matilda se haya muerto.
(...)
-Desgraciadamente sí se ha muerto, Emilia. Entiendo lo que quieres decir: que parece imposible. A mí también me parece imposible a veces. Pero se ha muerto.
-Pero decían que no...
-¿Quién decía que no?
-Los curas, la Iglesia. Siempre se ha dicho eso, que la muerte... no es lo que parece. Parece que todo se acaba pero no es verdad, dicen. La resurrección, se habla de la resurrección, ¿no?
-¿Tú crees en la resurrección?
-¿Yo? ¿Qué más da lo que yo crea? Digo lo que dicen. Si Jesucristo resucitó, también los demás, también Matilda. Explícame la resurrección. Porque no puede ser que Matilda se haya muerto del todo...
Hablar sobre la vigencia de la resurrección no es algo que se suela hacer hoy en día, aunque los personajes de Álvaro Pombo incurran en ello con frecuencia. A mí me fascina, cuando aparece esta temática en sus novelas... no sólo en La fortuna de Matilda Turpin -de donde está extraído el diálogo de arriba-, en El temblor del héroe dos de los protagonistas se enzarzan en una conversación apasionante sobre la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino...
Es por la noche. Es de noche. Es la noche noctámbula que abre la conciencia del noctámbulo y que, a la vez, la cierra y la comprime. Es ahora el entrecejo de la noche, lo malo de lo noche. Pasadas ya las doce, más allá del bien y del mal. Y hay en Madrid, en otoño, un aire deseante, un dios deseante que no satisface ningún deseo de satisfacción. Un dios que es cruel y que oprime la conciencia hasta convertirla en una nada, en una insignificante conciencia del deshonor y de la culpa.
Una novela durísima, esta última de Pombo, en la que se cuela el mismísimo Diablo -un `sin por qué´, un jeta para el que no cuentan los demás- en forma de profesor jubilado que se desliza en skateboard por las calles. Absorbente y soberbia, como todas las suyas, y profundamente moral. El escritor sigue indagando a la busca de una ética actual que no deseche sin más nuestro legado cultural y filosófico... y lo hace, además de con hondura, con gracia y con su inconfundible estilo -ahora estoy enfrascado en Virginia o el interior del mundo, que es alucinante sin más, leo a Pombo sin parar, no puedo parar, no puedo parar, como Santiago Segura cuando el anuncio de la Schweppes, jajaj..-.
El caso es que Pombo no es el único autor contemporáneo que se preocupa por el devenir de las grandes creencias cristianas, como pueda ser la resurrección o... el Día del Juicio Final. Porque parece que ya ni el Papa ni -creo yo- los obispos suelen hacer mención del mismo, como si se hubiera diluido su importancia -aunque nadie lo haya puesto en entredicho tampoco, que yo sepa-. Ya sabéis, es el Día en que toda la Humanidad, todos los hombres y mujeres y niñas y niños y ancianos serán juzgados por sus obras, no sé si precedidos de un son de trompetas o por los jinetes del apocalipsis... el día en que todas las injusticias serán reparadas y las buenas obras eternamente recompensadas.
Sobre ello escribe Javier Marías unas páginas magistrales en la segunda parte de su trilogía Tu rostro mañana, la denominada Baile y sueño. Para ello utiliza como estribillo el We died at such a place shakesperiano, fabulando cómo los distintos finados defienden su causa ante el Altísimo, Morimos en tal sitio, comienzan exponiendo, para luego desarrollar su historia personal intercalada con disculpas, ruegos, medias verdades y suposiciones -del rostro del Hacedor ante semejante e interminable despliegue ya se hizo una idea Miguel Ángel en la colosal creación que hizo para la Capilla Sixtina-.
La conclusión de Marías es que, a pesar de lo sobrecogedor y tremendo de tamaño juicio, había algo en tal creencia que consolaba a todos, no sólo el sentido de justicia, sino la sensación de que nuestras vidas eran así trascendentes, contempladas, mesuradas.
Esa ensoñación narcisista de tantos contemporáneos, llamada a veces "conciencia", tal vez no sea sino un sucedáneo de la antigua idea o vago sentido de la omnipresencia de Dios, que con su ojo vigilaba y estaba atento a cada segundo de la vida de cada uno, era muy halagador en el fondo, y un alivio pese a las contrapartidas, es decir, al elemento implícito de amenaza y castigo y a la aterradora creencia de que nunca era nada ocultable del todo a todos y para siempre; sea como sea, tres o cuatro generaciones de duda o incredulidad dominantes no bastan para que el hombre acepte que su trabajosa y no solicitada existencia transcurre sin que nadie asista ni la contemple ni se asome jamás a ella; sin que nadie la juzgue ni la desapruebe.
Quizá por eso se acude a los programas de televisión aireando intimidades, o se vocea hablando por el móvil en los vagones de tren, o pasamos el tiempo maquillándonos en las redes sociales, o se escribe -tan bien como Javier Marías, que yo percibo como una conciencia que me acuna, y al leer sus libros siento como si me arrojara en sus brazos para que me arrope su pensamiento, sus reflexiones, es una experiencia sensorial-, para dejar impreso en un universo inaprehensible en el que las ideas de Resurrección y de Juicio Final se han volatilizado, algún chispazo, por ínfimo y superfluo que sea, de la esencia que nos hierve por dentro, y que antes llamaban espíritu, o alma. Para decir que somos yo y que nos pasan cosas -y en este sentido esta mañana he tenido un claro ejemplo, en una sala de espera una señora se ha pasado dos horas enteras hablando, hemos sabido lo que ha desayunado, detalles sobre toda su prole, preferencias, manías.. como si temiera que alguien la fuera a desenchufar como al Hal 9000 de 2001... y le corriera prisa dejar constancia de su travesía mortal-.
-No puede ser que Matilda se haya muerto.
(...)
-Desgraciadamente sí se ha muerto, Emilia. Entiendo lo que quieres decir: que parece imposible. A mí también me parece imposible a veces. Pero se ha muerto.
-Pero decían que no...
-¿Quién decía que no?
-Los curas, la Iglesia. Siempre se ha dicho eso, que la muerte... no es lo que parece. Parece que todo se acaba pero no es verdad, dicen. La resurrección, se habla de la resurrección, ¿no?
-¿Tú crees en la resurrección?
-¿Yo? ¿Qué más da lo que yo crea? Digo lo que dicen. Si Jesucristo resucitó, también los demás, también Matilda. Explícame la resurrección. Porque no puede ser que Matilda se haya muerto del todo...
Ordet -La palabra-, de Carl Theodor Dreyer |
Es por la noche. Es de noche. Es la noche noctámbula que abre la conciencia del noctámbulo y que, a la vez, la cierra y la comprime. Es ahora el entrecejo de la noche, lo malo de lo noche. Pasadas ya las doce, más allá del bien y del mal. Y hay en Madrid, en otoño, un aire deseante, un dios deseante que no satisface ningún deseo de satisfacción. Un dios que es cruel y que oprime la conciencia hasta convertirla en una nada, en una insignificante conciencia del deshonor y de la culpa.
Una novela durísima, esta última de Pombo, en la que se cuela el mismísimo Diablo -un `sin por qué´, un jeta para el que no cuentan los demás- en forma de profesor jubilado que se desliza en skateboard por las calles. Absorbente y soberbia, como todas las suyas, y profundamente moral. El escritor sigue indagando a la busca de una ética actual que no deseche sin más nuestro legado cultural y filosófico... y lo hace, además de con hondura, con gracia y con su inconfundible estilo -ahora estoy enfrascado en Virginia o el interior del mundo, que es alucinante sin más, leo a Pombo sin parar, no puedo parar, no puedo parar, como Santiago Segura cuando el anuncio de la Schweppes, jajaj..-.
¿QUÉ SE HIZO DEL JUICIO FINAL?
El caso es que Pombo no es el único autor contemporáneo que se preocupa por el devenir de las grandes creencias cristianas, como pueda ser la resurrección o... el Día del Juicio Final. Porque parece que ya ni el Papa ni -creo yo- los obispos suelen hacer mención del mismo, como si se hubiera diluido su importancia -aunque nadie lo haya puesto en entredicho tampoco, que yo sepa-. Ya sabéis, es el Día en que toda la Humanidad, todos los hombres y mujeres y niñas y niños y ancianos serán juzgados por sus obras, no sé si precedidos de un son de trompetas o por los jinetes del apocalipsis... el día en que todas las injusticias serán reparadas y las buenas obras eternamente recompensadas.
Sobre ello escribe Javier Marías unas páginas magistrales en la segunda parte de su trilogía Tu rostro mañana, la denominada Baile y sueño. Para ello utiliza como estribillo el We died at such a place shakesperiano, fabulando cómo los distintos finados defienden su causa ante el Altísimo, Morimos en tal sitio, comienzan exponiendo, para luego desarrollar su historia personal intercalada con disculpas, ruegos, medias verdades y suposiciones -del rostro del Hacedor ante semejante e interminable despliegue ya se hizo una idea Miguel Ángel en la colosal creación que hizo para la Capilla Sixtina-.
La conclusión de Marías es que, a pesar de lo sobrecogedor y tremendo de tamaño juicio, había algo en tal creencia que consolaba a todos, no sólo el sentido de justicia, sino la sensación de que nuestras vidas eran así trascendentes, contempladas, mesuradas.
Esa ensoñación narcisista de tantos contemporáneos, llamada a veces "conciencia", tal vez no sea sino un sucedáneo de la antigua idea o vago sentido de la omnipresencia de Dios, que con su ojo vigilaba y estaba atento a cada segundo de la vida de cada uno, era muy halagador en el fondo, y un alivio pese a las contrapartidas, es decir, al elemento implícito de amenaza y castigo y a la aterradora creencia de que nunca era nada ocultable del todo a todos y para siempre; sea como sea, tres o cuatro generaciones de duda o incredulidad dominantes no bastan para que el hombre acepte que su trabajosa y no solicitada existencia transcurre sin que nadie asista ni la contemple ni se asome jamás a ella; sin que nadie la juzgue ni la desapruebe.
Quizá por eso se acude a los programas de televisión aireando intimidades, o se vocea hablando por el móvil en los vagones de tren, o pasamos el tiempo maquillándonos en las redes sociales, o se escribe -tan bien como Javier Marías, que yo percibo como una conciencia que me acuna, y al leer sus libros siento como si me arrojara en sus brazos para que me arrope su pensamiento, sus reflexiones, es una experiencia sensorial-, para dejar impreso en un universo inaprehensible en el que las ideas de Resurrección y de Juicio Final se han volatilizado, algún chispazo, por ínfimo y superfluo que sea, de la esencia que nos hierve por dentro, y que antes llamaban espíritu, o alma. Para decir que somos yo y que nos pasan cosas -y en este sentido esta mañana he tenido un claro ejemplo, en una sala de espera una señora se ha pasado dos horas enteras hablando, hemos sabido lo que ha desayunado, detalles sobre toda su prole, preferencias, manías.. como si temiera que alguien la fuera a desenchufar como al Hal 9000 de 2001... y le corriera prisa dejar constancia de su travesía mortal-.
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