domingo, 27 de junio de 2010

UN PASEO COMIQUERO




Ayer por la tarde recorrí con un buen amigo las tiendas de cómics de los aledaños de la plaza de los cines Luna. Si por mí fuera, uno de los índices de calidad de vida de una población sería el número de estos establecimientos que alberga, la posibilidad de llevar a cabo la ruta de los tebeos: triste ciudad la que no acoja en su seno uno solo de estos reductos casi espirituales -comprar un cómic en FNAC o Corte Inglés para mí es pecado mortal, qué queréis que os diga, un sacrilegio, algo intrínsecamente feo-.
Y en Madrid pintan bastos: Crisis, un histórico, con un local amplio y confortable y con fantástico catálogo, cierra y en este momento está en liquidación: Crisis no pudo con la Crisis... qué pena me da.


Disfrutemos mientras podamos de estos clubs de adeptos... ayer mi amigo se topó con una joyita que ya daba por inencontrable y yo tiré por el lado más clásico, porque todavía no tenía en mi biblioteca los clásicos de Manara de las aventuras africanas de Giuseppe Bergman... qué gozada será ahora leerlos ahora poco a poco -yo degusto los tebeos muy despacio-.. y he encargado el primer tomo de Strangers in Paradise, de Terry Moore, recomendado por mi colega, y que presiento me va a encantar... mientras, sigo con el primer tomo edición de luxe del Sandman de Neil Gaiman y la lectura ordenada de las primeras aventuras de Corto Maltés.

jueves, 24 de junio de 2010

¡QUÉ LEJOS POR MARES, CAMPOS Y MONTAÑAS!




¡Qué lejos por mares, campos y montañas!
Ya otros soles miran mi cabeza cana. Nunca fui a Granada.
Mi cabeza cana, los años perdidos.
Quiero hallar los viejos, borrados caminos.
Nunca vi Granada.

Dadle un ramo verde de luz a mi mano.
Una rienda corta y un galope largo.
Nunca entré en Granada.
¿Qué gente enemiga puebla sus adarves?
¿Quién los claros ecos libres de sus aires?
Nunca fui a Granada.


¿Quién hoy sus jardines aprisiona y pone
cadenas al habla de sus surtidores?
Nunca vi Granada.

Venid los que nunca fuisteis a Granada.
Hay sangre caída, sangre que me llama.
Nunca entré en Granada.

Hay sangre caída del mejor hermano.
Sangre por los mirtos y aguas de los patios.
Nunca fui a Granada.

Del mejor amigo, por los arrayanes.
Sangre por el Darro, por el Genil sangre.
Nunca vi Granada.

Si altas son las torres, el valor es alto.
Venid por montañas, por mares y campos.
Entraré en Granada.


Balada del que nunca fue a Granada / Rafael Alberti, 1975

Balada del que nunca fue a Granada , recitada por Alberti




Cómo me emocionan... la ciudad y el poema: Alberti habla de un amigo o un poeta -no recuerdo quién, decídmelo por favor si lo sabéis- que no llegó nunca a visitar a Federico en su ciudad, donde éste le había pedido que fuera...

(Las fotos son de Granada y de Víznar, en un reciente viaje)

BALADA DEL QUE NUNCA FUE A GRANADA / PACO IBÁÑEZ





Federico García Lorca y Rafael Alberti con la Argentinita (1934)

martes, 22 de junio de 2010

VILLA, UN SENTIMIENTO NUEVO



Me pareció un prodigio ese primer gol ladeado y desde el suelo, en contorsión geométrica; y después el sentimiento sin contención posible, con David -qué bello nombre bíblico- alargando la boca hasta extremos propios del antiguo rey de la selva... me ha hecho recordar la canción de Battiato, es un sentimiento nuevo que mantiene alta mi vida....


Villa sintiendo tanto, sintiendo todo, casi justo lo contrario sólo unos instantes después... el rostro oculto incapaz de asumir la tragedia que en su corazón se cernía. Cuánto tiempo perdido para mí: cada vez me interesa más el fútbol, y no sólo por ellos. Soy un converso.

David Villa en Korador



((Fotos de Kerim Okten para Efe -la primera- y las otras recogidas de la edición digital de As, donde no se especificaba la autoría)).

Un sentimiento nuevo, Franco Battiato



Es un sentimiento nuevo, que mantiene alta mi vida,
la pasión en la garganta, Eros que se hace palabra.
Todas tus inhibiciones no forman parte del sexo.
Los apetitos míticos de cortesanas libias,
la posesión, las formas de amor pre-alejandrinas.
Y tu voz, como el coro de las sirenas de Ulises me encadena.
Y es hermoso el perderse en este milagro.
Y es hermoso el perderse en este milagro.
Y los músculos del cuerpo, prestos al acoplamiento,
en la patria de las geishas se abandonan a su fuerza.
Todas tus inhibiciones, el placer desencadenan.
El sibarismo asiático, testigo dionisiaco,
La lucha pornográfica de griegos y latinos.
Y tu cuerpo como un bálsamo en el desierto aún me cautiva.
Y es hermoso el perderse en este milagro.
Y es hermoso el perderse en este milagro.

sábado, 19 de junio de 2010

UNA HABITACIÓN SIN ESPACIO NI TIEMPO (Crónicas de cine)






ROOM IN ROME: Una habitación con vistas adentro

A decir verdad, hago memoria de las últimas películas que he visto y ésta es la que más me ha gustado. Porque ya de entrada adoraba el planteamiento del que se parte -En la cama, de Matías Bize-; porque me seduce Medem y su personal forma de mirar y narrar -y me importa un bledo la tirria que le tomaron los críticos, que siempre parecen ir en comandita-; porque la historia parece un retazo de vida real y sentida, un milagro a nuestro alcance; y por la extraordinaria presencia de las protagonistas Elena Anaya -en el mejor papel de su carrera- y la rusa -ucraniana, en realidad- Natasha Yarovenko, quien me pareció prodigiosa.



ROOM IN ROME. D. Julio Medem. Elena Anaya y Natasha Yarovenko. Cines Renoir Princesa, Madrid.

CANINO: No tan fiero como lo pintan


Quizá el haber depositado tantas expectativas en la película de este cineasta griego, Yorgos Lanthimos, me ha perjudicado a la hora de degustarlo ; por momentos me recordó al Teorema pasoliniano o a distintas atmósferas dogma , hanekianas o larsvontrianas -y estas últimas son, cada vez menos, santos de mi devoción, sobre todo en lo que respecta a su nulo o peculiar sentido del humor y a su áspera idiosincrasia-. La historia de una familia aislada del mundo y con su especial catálogo de códigos sociales o tribales nos remite, en el fondo, al Mito de la Caverna, y no es que deje de ser interesante su revisión o puesta al día, pero ni el conjunto ni las partes me resultaron esclarecedores, ni mucho menos espeluznantes.

KYNODONTAS / CANINO. D. Yorgos Lanthimos. Christos Stergioglou, Michelle Valley, Aggeliki Papoulia, Mary Tsoni, Hristos Passalis. Cines Golem, Madrid.

TWO LOVERS: La vida en un hilo



Torn between two lovers, feelin´ like a fool, lovin´ both of you is breakin´ all the rules... ¿Se acuerda alguien de esta canción de Mary McGregor?


Aunque esta película no sería tanto esa historia como el atormentado tour de force de un chico -nuestro estimado Joaquin Phoenix- que ha de decidir a marchas forzadas su devenir sentimental, tratando de dilucidar lo que será de él, lo que le conviene, su porvenir -como si la heroína de La vida en un hilo de Edgar Neville tuviera que anticipar mentalmente el futuro con cada uno de sus partenaires-. Un hombre bajo la influencia. Porque también intervienen familiares y azoteas, el entorno en suma, en la hazaña sentimental de este antihéroe depresivo que va a medir en la balanza su corazón y su razón. Merece la pena -aunque muchos tengamos que vencer la resistencia de ver, qué pereza, una película con Gwyneth Paltrow-.

TWO LOVERS. D. James Gray. Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini. Ideal Yelmo Cineplex, Madrid. (Basada libremente en Noches blancas, de Luchino Visconti, que a su vez se basa en una novela corta de Fiódor Dostoievski).

RABIA: Claustrofóbicos, abstenerse.


El director ecuatoriano Sebastián Cordero firma esta coproducción hispano-mexicana en la que se narra la venganza de un trabajador inmigrante que se esconde en el domicilio donde trabaja como sirvienta su prometida. Si tuviera que destacar algo -claro que esto es muy personal- sería el trabajo de Concha Velasco, que arranca mil matices a su personaje -me recordó a la Hanna Schygulla de Al otro lado, la película de Fatih Akin-. Con momentos interesantes, pero altibajos en la tensión y en la credibilidad de la historia.

RABIA. D. Sebastián Cordero. Gustavo Sánchez Parra, Martina García, Concha Velasco, Xabier Elorriaga, Álex Brendemühl, Iciar Bollaín. Cine Luchana, Madrid.

THE LAST STATION / ¿Por qué los biopics tienen que ser así?


Es posible que estuviera muy cansado al entrar en la sala de esta película que por cierto no elegí ver -íbamos a Io sono l´amore, pero resultó que en su lugar nos encontramos con este pre-estreno-, y que por eso no acertara a vislumbrar las elogiosas virtudes que otras personas de acreditado gusto han retratado. Reconozco que dormité, incluso, en su visionado, ya digo que estaba agotado e incluso creo que había bebido algo. Pero me pareció que en este bienintencionado biopic -detesto ese género, por lo acartonado y previsible- sobre el gran Leo Tólstoi no hubiera habido nada capaz de seducirme, por muy despierto que hubiera estado. Y creo, sinceramente, que la aclamada -y antaño por mí admirada- Helen Mirren acapara, teatraliza y sobreactúa en exceso: la escena en que se desmaya en el lago me pareció jocosa, aunque no creo que fuera eso lo que se pretendía. Perdonadme, en fin.

THE LAST STATION / LA ÚLTIMA ESTACIÓN. D. Michael Hoffman. Christopher Plummer, Helen Mirren, James McAvoy, Paul Giamatti. Cines Renoir Cuatro Caminos, Madrid.

SOUL KITCHEN: Al mal tiempo, buena cara.

Fatih Akin suma y sigue. Porque, sin renunciar a sus planteamientos altermundistas, a su compromiso personal en suma, nos hace ahora sonreír con esta galería de personajes entrañables en la que destaca con luz propia su protagonista, el guapo-pequeño-empresario de origen griego que no sólo ha de combatir en las mismas fauces del Mercado sino que tendrá que habérselas con su díscolo -e infeliz- hermano, interpretado por la star alemana Moritz Bleibtreu. Bravo.



SOUL KITCHEN. D. Fatih Akin. Adam Bousdoukos, Moritz Bleitbreu, Birol Ünel, Anna Bederke. Yelmo Cineplex Ideal, Madrid.

viernes, 18 de junio de 2010

SARA IS TO BLAME



Por culpa de Eva la raza humana ingresó en el Infierno; por Helena ardió Troya y la malvada Yoko Ono se cargó a los Beatles. Brujas, hechiceras, meretrices, celestinas, descuideras, mata-haris. Lo ha dicho la prensa británica, y no el populachero The Sun, sino el reputado The Times: la culpa del tropezón español en el debut del Mundial la tiene Sara Carbonero, que distrae a Íker Casillas. Yo, sin embargo, estoy agradecido a Sara -aunque sigo prefiriendo a Eva González-: por distraer a nuestro capitán, que bien lo tiene merecido, y porque, por una vez, y aunque sea de esta manera sospechosa y misógina, la culpa no la tiene... Zapatero.

martes, 15 de junio de 2010

CRISTIANO MARCA EL MINUTO



Las imágenes son de hoy y están dando la vuelta al mundo, coincidiendo con el debut de la selección portuguesa en el Mundial. No he podido resistirme a, por una vez, formar parte de esta conjunción planetaria, del momento global en que hemos mirado, una vez más, a Cristiano en calzoncillos.


(Foto Efe vía 20 Minutos; campaña de Armani).

lunes, 14 de junio de 2010

EL PULSO SUTIL DE MARINA MAYORAL



(...) Para algunas cosas eras un poco borrica, Celina, como lo de decir que eras mi mejor amiga poque te daba la gana. Lo de mejor amiga siempre lo entendiste al revés, ya se ve en la libretita que acabo de quemar. Tenía que ser yo quien dijera que eras mi mejor amiga, de la otra forma se notaba demasiado tu empeño. Yo sé que a ratos soy difícil de aguantar, pero dicho así parecía que todo el gasto de la amistad fuera tuyo, que a pesar de los pesares te habías empeñado en ser mi amiga, la mejor, la única, la mejor amiga del mundo... Ya las monjas decían que eras un ángel, siempre fuiste la buena, pero querer, querer, quizá yo te he querido más, porque tú eras así con todo el mundo, y yo no, sólo contigo. Me acuerdo de un juego que inventamos siendo niñas, con varias barajas unidas; perdía el que se quedaba antes sin cartas, pero nosotras no perdíamos nunca porque la que iba ganando le "prestaba" cartas a la otra, y así durante horas. Yo siempre he jugado a ganar, Celina, sólo contigo jugaba a jugar, a esperar que la suerte cambiara de signo, con tranquilidad, ayudando al otro y confiando ciegamente en él.

Cuando te asomaste a la galería aquella última vez fue como si toda nuestra vida estuviera allí, entre las dos. Éramos Celina y Bela esperándose para ir a la escuela, al colegio, a la Universidad, al extranjero, al frente, a la boda, los niños, los tíos, tu madre... "No quiero que estés aquí hasta el final", dijiste, "prefiero que me recuerdes así", y dos días después: "vete, Bela, vete ya", cuando aún tenías fuerzas para levantarte, para decirme adiós como siempre. No he vuelto, Celina, no he querido volver. Antonio me contaba todas las noches, una semana apenas, las inyecciones que te ponían y que hablabas mucho de los años del colegio, de la Universidad... y que cerraste los ojos y dijiste: "no te olvides de apagar la luz, Bela". Como en la residencia, que te dormías con la luz encendida y a veces con un trozo de galleta debajo de la almohada, porque ya no podías más, tragona, pero te la dejabas por si te despertabas y te volvía el hambre, y ya medio dormida: "no te olvides de apagar la luz, Bela". No te gustaba leer por la noche, pero no te importaba que yo me quedara estudiando o leyendo en la cama. Yo por las noches nunca tenía sueño, por la mañana sí, eras tú la que abría la ventana y en seguida ponías la radio, una música suave mientras te lavabas. Era un agradable despertar. Ahora tampoco duermo, lo peor son las noches, Celina, y lo que queda todavía. Me tomo una pastilla y muchas veces me duermo pensando en aquel sonido del agua y de la música y de tus pasos que vendrán a despertarme
.

De De su mejor amiga, Celina, relato de Marina Mayoral



(...) Pero ella siempre ha sido así, ya me lo esperaba, en cierto modo me ha dolido más lo de Juan Carlos; si le digo que tengo lepra no me mira con más horror. Él fue desde pequeño mucho más cariñoso que la niña, sin comparación, lo que pasa es que en estas cosas me preocupa, hay algo que no va bien, yo no sé si los frailes... no sé, pero no me parece a mí normal tanto desinterés. Yo no soy como mi suegra, que quería a su hijo para ella sola, por muy viuda que fuera ya podía suponer que alguna se lo había de llevar un poco antes o un poco después, no era para tomárselo así. A mí me gustaría que Juanca saliese con chicas y, en fin, lo normal a su edad, lo que pide la naturaleza. Cuando se me empezó a notar volvía la vista hacia otro lado, como si fuera algo repugnante y eso que llevaba unos vestidos muy monos y muy disimulones, y ahora igual, le voy a dar un beso y me tuerce la cara. Me preocupa este chico y me duele que reaccione así, en el fondo es egoísmo, no querer enterarse de los problemas de una. De modo que si la familia hace eso, ¿qué vas a esperar de los de fuera?, "estás loca", "qué insensatez", "¡a estas alturas!". Hasta el médico, "¿ha calculado usted los riesgos?", calculado, qué barbaridad, como si una fuese una máquina; ni una palabra de aliento, nadie. El único Juan, "a lo hecho, pecho", como siempre, no es un gran consuelo, pero tampoco lo de los otros. Más de dos me han recomendado el viaje a Londres, Marieta también. Pero yo eso no lo quiero, no es por ser católica, que sí lo soy, pero me parece horrible, como planear un crimen, a escondidas y en un país con esa lengua que no se entiende nada. Además, le decía yo a Gloria, que ella sí que fue hace años a Londres y es de las que me animaban al viaje, mi abuela tuvo dieciocho hijos, estuvo pariendo casi hasta los cincuenta y no le salió ninguno mal. Y ella me decía, "pero tú qué sabes si de los seis que se le murieron de niños había alguno tonto", y en eso tiene razón, cuando son pequeños se les nota menos y sobre todo antes, que la medicina estaba más atrasada. Pero el mío no, el mío no era tonto. Era un niño hermoso y parecía fuerte. Nació justo a los nueve meses y un día. Nació muerto. Fue en el momento del parto, el chico venía bien, pero tardé mucho en dilatar y después algo falló, no tenía ganas de empujar, no sé por qué sería. Me dio mucha pena. Entonces sí que me sentí vieja, que ya no servía, que ya no sirvo. Porque la verdad es que yo lo quería, quería a ese niño, desde aquella noche, desde antes. Yo me acuerdo de cuántas angustias con Marieta y con Juanca, llegaron y cargamos con ellos, pero lo que se dice quererlos, antes, antes de verlos ya aquí, pues no, no los quería, y después estábamos deseando dejárselos a mi madre, nos apetecía salir, y con sólo una habitación y aquella cocinita tan pequeña y siempre llena de humos nos arreglábamos muy mal, no nos iba a alquilar un palacio, decía mi suegra... Ahora tenemos una casa grande y un dinerillo ahorrado y una asistenta por horas y yo tengo tanto tiempo libre. Juan se pasa las horas en el estudio o en la obra y después muchos días con los filatélicos, y yo estoy aquí, esperando que aparezca Marieta y me cuente algo, o el chico. Juan se enfada conmigo, dice que no entiende por qué me siento vieja, que él se encuentra en plena forma, está pensando en apuntarse al maratón, siempre le ha gustado hacer deporte. Así que yo vengo aquí, a este cuarto donde pensaba poner la cuna, junto a la ventana, para que al crecer pudiera ver el árbol y los pájaros que vienen algunas mañanas, y me siento aquí, y lloro un rato.

De Nueve meses y un día, relato de Marina Mayoral.

Compré hace muy poco su libro, atraído -igual que en el caso de Pilar Pedraza- por su naïve portada: El tiburón y el ángel, una colección de cuentos de Marina Mayoral (Mondoñedo, Lugo; 1942), cuentos publicados originalmente en 1989 bajo el título Morir en sus brazos.

El enhebrado de sus palabras, de sus impresiones, que son como una pintura a acuarela, es tan sutil que tarda un poco en irte impregnando, hasta que -ha sido mi caso- te cala hasta los huesos. La unión inquebrantable y delicadísima con una amiga -qué poco se escribe sobre las amigas, mujer y mujer-, el bebé no deseado que nace muerto en el parto, la sobreprotección maternal, el cambio de rumbo en una mañana de verano... Lo más bonito es que -aunque no creo que fuera esa su pretensión- Marina parece pulsar el espíritu de muchas mujeres -de una época concreta- dando forma al pensamiento que nunca encontró su cauce, y al traducirlo en palabras queda claro que esa expresión no se identifica ni con lo que hubieran deseado sus mentores ni con el discurso de liberación que ya sería asumido por la generación inmediatamente posterior. Es simplemente la voz que sale del alma, el torrente personal e intransferible de cada una y por eso mismo un canto universal.

((Los maravillosos cuadros son, claro, de Amedeo Modigliani: Cipreses, árboles y casas y Jeanne Hebuterne)).

domingo, 6 de junio de 2010

PILAR PEDRAZA, AL ROJO RUBÍ



"Yo acepto siempre las llamadas, porque prefiero las turbulencias del fondo a la calma inerte de la superficie".

"De mis amados gatos he aprendido muchas cosas que el vulgo desconoce, entre ellas esa flexibilidad de cuerpo y alma que hace que sean criaturas serenas. Ellos saben que la libertad es indestructible. Prefieren dormitar en almohadones de plumas forrados de terciopelo, pero encuentran un buen cobijo en un montón de papeles o de trapos viejos, porque el placer está dentro de ellos y no en el mundo exterior. Lo mismo me ocurre a mí".

Imperatrice de los Cobos, en La fase del rubí.

Esta tarde me he arreglado con esmero, como para asistir a una gran fiesta, porque estoy invitada a una reunión singular.
Lo más prudente hubiera sido ir de negro para pasar desapercibida por las calles, pero ya se encargará mi capa oscura de protegerme. He hecho que Flora me pusiera el vestido de raso azul zafiro, cuyo color dulcísimo recuerda un cielo nocturno de primavera.
He adornado mi cuello con el collar de diamantes de mi madre. Mi cabello castaño ha quedado oculto por una peluca empolvada, alegrada con perlas de cristal que parecen gotas de rocío, y con pequeñas rosas de seda. Unas mosquitas de terciopelo ponen en mi rostro una nota de picardía.
Flora me ha preguntado si debía ordenar que me prepararan el carruaje, pero me ha parecido mejor tomar un coche de punto. No es conveniente que mi servidumbre sepa adónde me dirijo en esta ocasión, por acostumbrados que estén todos a mis vagabundeos.
Yo misma no sé si hago bien acudiendo a la cita: es demasiado peligroso. Demasiado horrible. Pero no dejaría de hacerlo aunque estuviera segura de que iba a costarme la vida.
Envuelta en un capote pardo que eclipsaba el esplendor azul del vestido, y con la capucha cubriéndome la cabeza y medio rostro, he entrado en un coche que he tomado a prudente distancia de mi casa, y que me ha conducido hasta las cercanías del cementerio, donde le he despedido. Al descender, la seda de mis zapatos sin chapines ha brillado, indiscreta. Lo he visto reflejado en la mirada del cochero.
Ignoro cómo voy a regresar, pero no es eso lo que ahora me preocupa. Tal vez ni siquiera regrese, lo cual tampoco me importa, al fin y al cabo.
Temía encontrar cerrada la verja, pero no ha sido así. Se ha abierto a mi paso, como empujada por una mano invisible, rechinando suavemente, y lo mismo el portón de madera. No he visto a nadie y me he aventurado por las avenidas flanqueadas por viejas tumbas. Sé que tengo que dirigirme al otro extremo, a la zona infamante donde se encierra a los suicidas.
El cementerio está bellísimo a esta hora, en la soledad y bajo el fulgor plateado de la luna llena. Los mármoles relucen como dotados de luz interior. Negros contra el cielo pálido, los cipreses se mecen mansamente en la brisa de la noche, y de los ramos y coronas de las sepulturas se desprende un aroma que adormece los sentidos y embriaga.


(.......)

Cuando logro alcanzar la salida, las nubes que se han ido acumulando en el cielo comienzan a descargar. La luna se ha ocultado en una masa gris, un viento desplaza la templanza de la noche, sustituyéndola por rachas de lluvia fría.
Maldigo la idea que tuve de despedir el coche, porque estoy muy lejos de mi casa y la oscuridad es atroz.
Las calles están desiertas. Avanzo por ellas penosamente, arrastrando una terrible debilidad que vuelve doloroso cada paso que doy con los pies calzados con los frágiles zapatitos de tacón. ¡Lo que daría por encontrarme entre las sábanas de mi lecho, con Flora al lado dándome calor!
La lluvia arrecia, me ciega. Ha traspasado mi capa y noto que el raso del vestido se me pega al cuerpo. Tengo frío.
El camino hasta mi casa ha sido un calvario, pero al fin llego, agotada. Subo a tientas la gran escalera de mármol, cuyo pasamanos parece tallado en un bloque de hielo. Aunque no enciendo las luces y trato de no hacer ruido, Flora se ha despertado y me acoge en el vestíbulo.
Al ver el estado en que me encuentro, mojada y sucia da fango, hace un expresivo gesto: se lleva las manos a la boca como reprimiendo un grito. Pero es lista, no dice una sola palabra y se limita a acompañarme con un candelabro hasta la alcoba y a ayudarme a quitar la ropa.
Lo que llevo en el estómago comienza a producirme unas náuseas tan profundas que creo morir. Hago acopio de fuerzas y ordeno a Flora que me traiga un frasquito azul que guardo bajo llave en mi tocador. Es una droga poderosa que mataría en el acto a cualquiera que no fuese yo misma, porque Plájowitz la elaboró en previsión de casos como éste y está pensada exclusivamente para mí.
Tomo unas gotas en un vaso de agua de azahar y me meto en la cama temblando de angustia, tiritando, y empapada en sudor frío. Pero no tarda en hacerme efecto: al cabo de pocos minutos, una deliciosa sensación de sueño y bienestar me inunda. Despido a Flora, que ha permanecido a la cabecera del lecho con mis manos heladas entre las suyas, y caigo en un sueño cuyas virtudes reparadoras conozco de otras veces.
Mañana estaré tan fresca y saludable que me reiré de los horrores de esta noche y sólo recordaré sus placeres.



((Me hallo aún inundado de los gozos, yo también, los que me ha proporcionado la lectura ávida de La fase del rubí (1987), novela de Pilar Pedraza -Toledo, 1951- una escritora personalísima que yo hasta ahora desconocía, y es que el libro lo compré por su magnética portada -editorial Valdemar- y por la promesa que ofrecía la sinopsis.
Sheridan Le Fanu, Théophile Gautier, Vernon Lee, Marqués de Sade y Barón Masoch, Gustavo Adolfo Bécquer o Angela Carter -y hasta maestros españoles de la literatura no fantástica como Valle Inclán o Clarín- son nombres que me bailan a la hora de intentar explicar lo que se siente al leer a esta Amazona literaria, que a pesar de dar pie a hablar de tantas referencias es quizá por ello rabiosa en su personal rúbrica, que es de ella sola... dicen en las wikipedias que es autora de culto, quizá una especie de Paul Naschy desdeñada por la intelligentsia oficial.. pero casi mejor así.. me ha resultado fascinante, y a su Imperatrice la incluyo ya en la galería de Heroínas Perversas que más me han seducido desde la infancia...)).

-Entrada 401, 3 años cumplidos el 15 de mayo... pero estoy cansado, no porque me deje de satisfacer la comunicación, sino porque se me agotan los ojos, la espalda... y es la vida que me rodea la que me pide que no me pase el preciado tiempo pegado al ordenador. Con todo, la página no va a cerrar, porque sé que me arrepentiría al instante, aunque es posible que de momento, y para este verano, el eslogan ya no sea Tiburones en Korador, tu blog a todo ritmo. ¿Qué tal tu blog a fuego lento? Bueno, ya veremos, lo mismo ahora me da por todo lo contrario... De momento, esta entrada la dedico a una bloguera que añoro: Madame X., regenta de La Vie en Noir, a quien intuyo afín al mundo de Pilar Pedraza. Un beso, querida, si lees esto-.